Senderos
Dejando ir en paz a nuestros seres queridos
Hace unos días hablaba con una amiga a la cual le tengo una gran estima, y observé que estaba pasando por un duelo, siente mucho dolor, y en lugar de estar camino de sanar parece que cada vez que habla de los seres queridos que han partido hay un bucle de sufrimiento; recuerda con mucha intensidad esos momentos, los revive y sufre intensamente sin permitirse sanar.
Cuando nuestros seres queridos parten al más allá, muchas veces no estamos preparados para su ausencia, y nos vemos presos de esos recuerdos.
En lugar de dejarles ir los hacemos presos de nuestros recuerdos más dolorosos, de la injusticia que supone la partida porque se fueron a pesar de amarlos y necesitarlos a nuestro lado; sentimos impotencia y sufrimos profundamente porque no queremos aceptar que ya se han ido.
En lugar de recordarles con amor, de recordar sus enseñanzas, atesorar sus anécdotas, mantener vivas las alegrías y la felicidad que nos dieron, preferimos retenerlos de una manera que lastima.
Es cierto que sentimos que el alma se desgarra, pero hay que dejarlos partir primero porque ellos merecen el descanso eterno, segundo porque nosotros debemos continuar, y tercero porque debes crecer. ¡Déjalos ir en paz!