Senderos
¡El conocimiento, conquista y su sentido práctico!
Se dice pedagógicamente “que el conocimiento es el bisturí que extirpa el cáncer de la ignorancia”. Para evitar críticas, no busco darle al conocimiento la exacta definición, o acepción al concepto de esta materia, por eso, cito un sentido práctico después de su conquista en la aplicación del desarrollo espiritual.
El conocimiento, per se, esta ahí, pero es una tarea disciplinaria conquistarlo, conlleva esfuerzos, porque a medida que se penetra en sus conceptos, libera, limpia y organiza el caos que produce la ignorancia, quien, como permisiva madre, consciente con complicidad la ocurrencia fatídica de los errores. Los que, irremisiblemente, llevan al dolor, enfermedad, y sufrimientos. El conocimiento de Dios, su amor y justicia, se adquiere con el uso correcto de disciplinas, para una real y sincera búsqueda, que, en su aplicación, da el discernimiento para elegir lo correcto en lo falso en el sendero de la autorrealización.
El conocimiento es el maestro interno que guía a la disolución de los afectivos placeres de la carne, que, como compañeros íntimos, arrastra al apego, deseo, egoísmo y codicia, elementos agresores, que subyugan al subliminar goce temporario de los sentidos. El conocimiento subyace en el subconsciente, viaja a través de las ideas, se corporiza con el pensamiento, la mente es su laboratorio, y el posterior análisis, y adecuación en el cerebro, para con actos nobles, se manifieste con beneficios en amor y servicios, a sí mismo, a la sociedad, mundo y prójimo. El conocimiento revela el rostro de la verdad, y es a medida de su conquista, que el hombre se va haciendo libre de atavismos, de prejuicios, y de la flagrante ignorancia que innoblemente esclaviza. La vida es activa y real, cuando el conocimiento sagrado se aplica como una norma para el respeto de la diversidad, que como humanidad se expresa. El conocimiento es la sístole y diástole, en el corazón del universo.