¿Quién educa al pueblo?
La ancianidad
Esta semana ha sido de una gran experiencia de fe para mí. Con la tormenta Franklin, la verdad es que viví horas de gran miedo y recordaba las palabras de Jesús: “No tengan miedo”. Donde vivo hasta cayó un rayo que retumbó en toda la casa. Pienso que cayó cerca en algún pararrayos porque el sonido fue horroroso. Hacía tiempo que no pasaba por una situación tan terrible para mí, ya que me encontraba sola con uno de mis nietos.
El viernes celebrábamos la fiesta de San Luis de Francia y San José de Calasanz (desde aquí quiero felicitar a todos los Luis y a los José que son muchos en mi familia) y el domingo celebramos a Santa Mónica, madre de San Agustín, que llegó a ser un gran santo gracias a las rodillas de su madre que durante 15 años oró por su conversión. Y es que la oración es un poder.
Y logré enterarme de que Santa Teresa de Jesús Jornet e Obars es la patrona de la ancianidad. Nunca pensé llegar a esta edad, porque mi padre murió a los 58 años; sin embargo, mi madre falleció a los 99. ¡Increíble!
Me llamó mucho la lectura del Santo Evangelio según San Mateo 23, 1-12 donde nos trae a Jesús diciéndoles a sus discípulos: “En la Cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: ‘Hagan y cumplan lo que les digan; pero no hagan lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos ponen fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover ni un solo dedo para empujar’”.
El mundo pone muchas trampas y pienso que la ancianidad es una de ellas. Nadie quiere cerca a un anciano, y pienso en las limitaciones con las que tengo que vivir y aceptar con la alegría de los hijos de Dios. ¡¡¡Amén !!!