Religión

¿quién educa al pueblo?

Domingo de la transfiguración del Señor

Maruchi R. de ElmúdesiArchivo LD

maría t. de elmúdesiEspecial para Listín Diario 
​Santo Domingo

Las lecturas de este fin de semana tienen que ver mucho con el testimonio de nosotros católicos- cristianos.

El viernes 4, celebrábamos a Santo Domingo de Guzmán, nuestro Patrono y por qué tenemos su nombre en nuestra ciudad capital. El Salmo 80 es precioso: “No tendrás un Dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo que te saqué del País de Egipto”.

En el Evangelio vemos cómo su pueblo no lo reconocía porque lo consideraban como el hijo de un carpintero, y se escandalizaban de su sabiduría y oratoria: “Solo en su tierra y en su casa desprecian a un Profeta," y no pudo hacer allí muchos milagros porque les faltaba la fe”.

Cuando los poderosos ven que sus intenciones están en peligro buscan la manera más rápida de eliminar aquello que les impide lograr lo que quieren. Eso fue lo que le sucedió a san Juan el Bautista. Eso les sucedió a Herodes y su amante Herodias, esposa de su hermano.

El mensaje del Profeta incomodaba y provocaba odio en aquellos que vieron desenmascarando.

“La verdad es como el sol, que molesta en los ojos de los que viven en la oscuridad”. (Tomado de Rayo de Luz).

Y eso es lo que pasa con el Evangelio de hoy donde los discípulos contemplan el rostro del Señor resplandeciente como el sol y sus vestiduras blancas como la nieve. Y donde nosotros los católicos- cristianos conocemos al verdadero Dios. Cuando en la Transfiguración oyen la misma voz del Creador cuando piden que la visión la mantengan oculta hasta después de la resurrección de entre los muertos” ¡Amén!

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