¿QUIÉN EDUCA AL PUEBLO?

El cambio del hombre viejo al nuevo

Jesús hoy nos invita a ser mansos y humildes de corazón.

Maruchi R. de Elmúdesi

Maruchi R. de ElmúdesiArchivo LD

En las lecturas de hoy sábado 8, observamos cómo Jacob, incitado por su madre Rebeca, le echa la zancadilla a su hermano Esaú, y el padre Isaac ya viejo y ciego lo confunde con su hijo Jacob (por la voz) pero no por los brazos, que Rebeca había cubierto con pelos de camello. Le preguntó tres veces, como Jesús a Pedro, e incluso no le dio a Jacob su bendición.

En esas lecturas vemos cómo el engaño continúa por la envidia de la mujer en perder los beneficios que conllevaba esa bendición.

Jacob era el verdadero heredero y, sin embargo, vemos cómo le pone la zancadilla al hermano.

Desde el Antiguo Testamento vemos las intrigas, engaños, simulaciones, que se suceden y están “a la orden del día”.

En el Evangelio también de hoy vemos cómo los discípulos de Juan se acercan a Jesús para preguntarle por qué sus discípulos no ayunaban como ellos.

La respuesta de Jesús es espectacular: “¿Pueden guardar luto los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.... y nadie pone vino bueno y nuevo en odres viejos, porque estos reventarán”.

¡Vemos aquí cómo esta gente vivía del engaño!

Y qué decir de las lecturas del domingo 9 de julio, vemos mucho el cambio que recibe Jesús. Primero lo reciben con palmas y luego esa misma gente le grita: ¡crucifícale!

¿Qué se puede esperar de la gente? Es por eso que no se puede confiar en cualquier persona. Debemos conocer quiénes son los que nos dicen amigo. Eso mismo le pasó a Orlando Jorge Mera.

Jesús hoy nos invita a ser mansos y humildes de corazón.