¡La epopeya del alma!

Cada alma, como historia, tiene un prontuario de vivencias que hacen el haber de experiencias. 

Si bien es cierto que venimos con un marcado determinismo, no como castigo, sino por causahabientes y previos actos, que vienen a conformar destino, creado por nosotros mismos, y a ser liberados y rectificados con el conocimiento de las leyes universales, para el buen desarrollo y conquista que encamine a la autorrealización del ser. 

En ese prontuario, ha de ser inscrito el amor y servicio al prójimo, como básico ensayo y aprendizaje. 

Es desvestir al hombre viejo del ropaje de apegos, deseos y atávicos prejuicios que atrapan con ansiedad en el cascarón de la ignorancia.

El alma en su peregrinación hace una epopeya, con las caídas por el error en el suelo del mundo o plano asignado, y el resurgimiento al espíritu, como el mítico enunciado del ave Fénix. 

No obstante a todo esto que la avasalla, viene grabado en la conciencia, que es parte sustancial del todo, aquello de donde se emancipó para aprender a vivir, bajo la égida del amor, y una feliz convivencia, con su familia carnal y la universal, la humanidad.