Belleza
Cirugía estética, ¿elección o imposición?
Tenemos la falsa creencia de que la autoestima solo es autoimagen. Y, aunque es parte de la misma, no la abarca en su totalidad.
Esto quiere decir que el simple hecho de vernos bien no determina el sentirme bien, por lo que es cuestión de adentro hacia afuera. Sin embargo, en casi todas las épocas y culturas, la belleza física ha sido admirada y la fealdad castigada. Esto ha traído como consecuencia los ataques crueles a aquellos que se salen de lo que es considerado “bello”.
Hoy, más que nunca, los temas de conversación giran en torno a la perfección corporal. Que si la dieta, que si el gimnasio, ya no se habla de comer 5 veces al día para acelerar el metabolismo, ya que una nueva corriente explica que el ayuno intermitente es la panacea y por lo tanto no es raro encontrar quien confiese que tiene 8, 16 y los más osados, hasta 24 horas sin comer. Esto sin hablar del consumo o no de carnes, lácteos, proteínas y grasas, lo que significa, para algunos, un logro personal y el ego se le infla hasta el punto de estallar.
Con relación a las cirugías estéticas, tan en boga en estos días, muchos recurren a ella para mejorar su autoestima. Sienten que, si cumplen con ciertos estándares o cánones de belleza, serán admitidos dentro de un rango o una calificación que les daría sentido de pertenencia y por lo tanto cierta felicidad ya que mitigaría uno de los mayores miedos del ser humano.
Como reza el título de este artículo, el meollo del asunto no radica en que, si me hago o no la cirugía, esto no es lo importante, lo esencial estriba en el porqué, en la razón de hacerlo. Lo hago por elección o una imposición.
Sería injusto decir a priori, que es una mala elección, pero si contestamos la interrogante del porqué nos daríamos cuenta si con ello queremos encajar, complacer, cumplir expectativas ajenas, propiciar la atención de alguien más o pretender que alguien no se vaya de nuestro lado.
Con esto podemos concluir que lo importante no es ser bello o bella sino gustarse a sí mismo. Pues si hacemos un simple análisis, nadie se enamora de unas piernas, unas curvas o un cuerpo muscularmente definido, sino de quien lo lleva.
La autoestima es aprendida. El patrón de lo que es bello se adquiere a través de las experiencias personales y sociales. Por autoimagen, entendemos, la idea que tenemos de nuestro cuerpo y las evaluaciones que hacemos de él.
El tema del peso corporal es uno de los tantos matices que cobra este interesante particular y el que últimamente esta adquiriendo mayor relevancia con la avalancha de dietas milagrosas y publicidad en todas las redes sociales de métodos y estrategias para bajar de peso envueltas en mensajes positivos de cuidar la salud.
El destacado psicólogo clínico, Walter Riso, en su libro Enamórate de ti, dedica un capítulo completo e interesante sobre esta realidad que quiérase o no, a todos nos atañe.
Como colofón de este texto, propone destacar ciertos aspectos que me permito parafrasear para ustedes. Advierte en tener cuidado con la perfección física y los criterios estrictos ya que la idea de la perfección solo te llevara a focalizar tu atención en lo que consideras como defectos y por supuesto, olvidarás tus encantos. “No eres un ser estéticamente perfecto? ¡Pues, bienvenido al mundo de los normales!
Otra interesante idea es que nuestra autoimagen se transmite a otros. Si te sientes una persona poco atractiva e interesante, pues esto transmitirás a los demás y por ende te tratarán de ese modo y por ende confirmará tu creencia.
Esto lo explica la psicología social como Efecto Pigmalión, o lo que, en psicología cognitiva, llamamos Profecía Autocumplida, que no es más que una predicción, una vez hecha, se convierte en la causa para que se cumpla lo establecido.
Otro aspecto a tomar en cuenta es que el aspecto físico es solo un aspecto de tu autoimagen. Esto quiere decir que además de ser “linda” o “lindo” también eres amable, inteligente, interesante, educado, alegre… y un largo etc que te convierten en una persona única y ese es el poder que tiene cada persona.
Con esto, por supuesto, no incito al descuido o al abandono personal, sino más bien a relajar esas metas, inalcanzables de belleza que nos imponen que ni siquiera sabemos de dónde vienen.
Por lo que, antes de pasar por el quirófano, sería mucho mejor invertir en un proceso psicoterapéutico que le va a dar la capacidad de amarse y aceptarse genuinamente usted mismo, con sus virtudes y oportunidades de mejora, y, si luego de esto aún decide proceder, pues lo haría desde la conciencia, de lo que quiere, porque en el caso contrario, correría el riesgo de vivir en el quirófano tratando de lograr un amor que solo puede dárselo usted mismo.
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