a la moda
Jeanette Limas, una dominicana diseñadora de modas en Estados Unidos
Cada drapeado, puntada, textura y creación son testimonios tangibles de su entrega a esta vocación que la consume y la llena de satisfacción.
Ella es una apasionada del mundo de la moda, una elección que surgió de su constante búsqueda por la excelencia e inquebrantable amor por las artes. Cada drapeado, puntada, textura y creación son testimonios tangibles de su entrega a esta vocación que la consume y la llena de satisfacción.
Las herramientas adquiridas en el Instituto Mercy Jácquez; Chavón, la Escuela de Diseño; la Escuela de Diseño de Parsons y la experiencia de trabajar en Urban Zen, junto a Donna Karan, sentaron las bases para la creación de su marca que hoy opera desde Estados Unidos.
Jeanette Limas es una dominicana que triunfa hoy en Norteamérica. Y, aunque nunca soñó con convertirse en diseñadora de modas, tenía la certeza de que su destino estaba ligado al mundo artístico de alguna manera. “Las palabras sabias de mi padre siempre han perdurado en mi conciencia: ‘Mantén tu enfoque inquebrantable en la meta de destacarte entre los tres estudiantes más sobresalientes en cualquier entorno educativo en el que te desenvuelvas’”, dijo emocionada.
Jeanette guarda en su memoria momentos sumamente gratos de su paso por el Instituto Mercy Jácquez.
“Fui afortunada de contar con la tutela de destacados educadores, entre ellos Maritza Soto y Carlos Frank, cuyo legado educativo ha dejado una huella perdurable en mi ser y continúa arraigada de manera inquebrantable en mi sendero hasta el presente”.
Durante sus estudios en Chavón, presenció mucha creatividad de parte de otros talentos emergentes, ese ambiente la motivó bastante a alcanzar la excelencia en su propia trayectoria. “Mi búsqueda incansable de la perfección sirvió como la brújula que me condujo hacia un apasionado romance con el mundo de la moda”.
Cuando se graduó en el 2009, ya estaba envuelta, enamorada y arraigada en la esencia del diseño de modas.
“Era una pasión que ya no podía ser ignorada. Se había vuelto parte de mí y no podía concebir mi existencia sin su práctica y expresión”, agrega.
Recuerda, también, que mientras cursaba su primer año en Chavón, presenció el merecido reconocimiento otorgado a una alumna de modas, quien fue galardonada con el prestigioso premio al Diseñador Joven del Año, en la noche de su desfile de graduación.
“En ese momento, mientras se desplegaba esta memorable distinción, recuerdo haber cerrado los ojos y pronunciado, en silencio: ‘El próximo año, seré yo quien reciba ese reconocimiento’, y de manera asombrosa, ese pronóstico se cumplió”.
Esa distinción le dio la oportunidad de debutar en la Semana de la Moda. “Presenciar cómo todos los elementos coincidieron fue una experiencia genuinamente inspiradora. Fue como contemplar una sinfonía de circunstancias que se fusionaron en un momento inolvidable”, añade.
A raíz de su gran talento, ganó una beca para estudiar en la Escuela de Diseño Parsons y debió mudarse a la ciudad de Nueva York, donde participó en un curso introductorio al Diseño de Modas. Estas clases, dirigidas por la profesora Caroline Simonelli, desencadenaron un giro significativo en su carrera.
“Al examinar mi trabajo, la profesora Simonelli me cuestionó sobre mis planes en Parsons, a lo que respondí que tenía la intención de inscribirme como estudiante de tiempo completo y graduarme. Su respuesta resonó en mí: ‘Debes trabajar para Donna Karan. Lo que aún necesitas aprender, lo aprenderás allí’.
La señora Simonelli, con sus conexiones y gestiones, allanó el camino y, en tan solo dos semanas, me encontré colaborando con la marca Urban Zen de Donna Karan, tres días a la semana, para luego convertirme en empleada a tiempo completo después de un breve lapso”, cuenta la diseñadora.
A los 27 años, dio el salto sin vacilar. “Ahí radica el éxito de mi marca. Inicié con una colección modesta de apenas 15 looks, careciendo de un plan de negocios, pero con una visión clara y refinada de la dirección que deseaba tomar”.
Hoy, su marca representa un estilo de vida que siempre anheló, es un reflejo de lo que ha forjado en su camino. “Soy la personificación de mi propia marca, la cual construyo día a día, con esfuerzo y dedicación”.
Inspirada en el amor, trabaja el drapeado, núcleo de su marca, una técnica que floreció como respuesta a su anhelo de vestirse de manera única.
“A través del drapeado, alcanzo mi máxima expresión. Es una manifestación artística que trasciende las palabras y permite que mi creatividad fluya sin restricciones. Cada pliegue y cada curva cuentan una historia única, diferente, transformando la tela en un canvas en blanco donde puedo pintar mis emociones y visión, de manera auténtica y apasionada. El drapeado se convierte en mi voz silenciosa pero poderosa en el mundo de la moda”.
Sus cortes son asimétricos y elegantes. Entiende que la asimetría agrega un toque de sorpresa y dinamismo, mientras que la elegancia aporta una sofisticación atemporal. “Cada diseño busca equilibrar audacia y refinamiento, creando prendas que destacan por su originalidad y refinada estética”, explica con emoción.
Se considera una mujer romántica, enfocada en sus objetivos. “La esencia de mi feminidad es un aspecto que abrazo y celebro con gran satisfacción, encontrando alegría y empoderamiento en todas las dimensiones de ser mujer”.
“Mi corazón está lleno de un profundo sentimiento de orgullo por los logros obtenidos. No obstante, es esencial resaltar la inquebrantable tenacidad necesaria para persistir en la realización de la visión que he trazado con amor y dedicación”.
Jeanette, desde New York, se despidió, pero antes nos confesó que, en los próximos meses, se aguardan proyectos sumamente emocionantes que está ansiosa por compartir con todos los dominicanos.