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“Vengo de una familia de delincuentes, pero eso no me ha impedido triunfar y ser diferente”

La dueña de la historia de hoy es hija de un padre que murió en un enfrentamiento con la Policía por su vinculación a múltiples delitos, y de una madre adicta al alcohol.

“La delincuencia no se hereda, en los barrios hay joyas sin pulir”Getty Images

“Pasen y siéntese”, dijo al recibir al equipo de LISTÍN DIARIO que la visitó en el lugar que escogió para dar esta entrevista. En su chaqueta gris, un pin daba cuenta de dónde labora. Un pantalón crema, una blusa de seda con mínimas líneas de colores pasteles hablan de su buen gusto. Su vestimenta completa hacía justicia a que ostenta un buen puesto en la empresa a la que presta sus servicios.

Se dio cuenta de que se le estaba observando y se rió. “Ustedes dirán, ‘como es la vida, esta muchacha que creció en lo más bajo del Simón Bolívar, hoy ni parece que viene de por ahí’, ¿o no es verdad que se han dicho eso?”. Bromeó con lo que ella misma denominó “autobullying”.

Era mejor seguir relajando con su apariencia de ejecutiva. Entrar en materia acabó con la risa que momentos antes se escuchaba en el lugar. “Esto no es fácil”. Fue lo primero que dijo con la voz quebrada. “Vengo de una familia de delincuentes…”. Hace una pausa para llorar. Unos minutos después, prosigue: “A mi papá lo mató la Policía durante un enfrentamiento entre los agentes y un grupo de antisociales”. Lo alcanza a decir mientras limpia sus lágrimas con las manos. Se le buscó papel para ayudarla.

Ese fue el desenlace de su papá, que para entonces solo tenía 39 años. Ella, que es la tercera de cuatro hermanos, tenía 14. Su hermano mayor 18, la siguiente 16, y su hermanito más pequeño, 10 años. “Vamos a esto, ustedes tienen que irse y yo volver a mis labores. Bueno, ya saben lo que sufrí, prácticamente viendo cómo mataban a mi papá. Yo recuerdo que se escuchaban los tiros en mi casa, y por una hendija yo estaba mirando y mi hermano mayor me quitó”. 

Se pone pensativa como buscando en los recuerdos y vuelve en sí. “Ahhhh, ahora me acuerdo que mi hermanito estaba llorando porque una vecina decía: ‘lo mataron, lo mataron’, y de una vez sabíamos que era a él”. Se pone triste, pero no deja de aceptar que se lo había buscado por sus malas acciones.

Patrón que se repitió

Duraron un buen tiempo tristes. “Pero lo que más me dolía, no era que no estuviera mi papá, era la alegría de la gente porque tenían un delincuente menos en el barrio. Eso es fuerte”. Se le salen las lágrimas, pero logra controlarlas. “Hay personas crueles y que no reparaban en que éramos menores de edad. Delante de nosotros decían cosas y mostraban su felicidad. Yo entendía, porque él y otros más tenían a la gente en zozobra, pero cónchale, merecíamos respeto”. Muestra indignación.

Se le preguntó sobre su madre, y tardó en responder. Cuando lo hizo se limitó a decir: “No es una joyita, pero nunca ha sido delincuente. Si tú me preguntas que si se emborracha, si anda calle arriba y calle abajo, te diré que es la reina en esos ‘quehaceres’. Por ella ser así fue que mi hermano se dedicó a hacer lo mismo que mi papá o hasta peor. No teníamos una persona que nos orientara, nos vigilara... Es más, después que mataron a mi padre, ella comenzó a beber más”. Hoy, como 20 años después, sigue haciendo lo mismo.

Da detalles sobre su hermano, quien con 18 años no había pasado de un séptimo curso de primaria, porque no tenía a nadie que le exigiera estudiar. “Nosotros no teníamos buenos ejemplos, y para él era más fácil dedicarse a delinquir que tirar páginas para la izquierda. Apenas sabía leer y escribir siendo mayor que yo”. Mientras él estaba en ese grado, ella cursaba el octavo. Su hermana, de 16 se quedó en octavo.

“Ella estudiaba cuando mi papá estaba vivo, pero después que lo mataron, no sé que fue lo que se le metió en su cabeza. Se volvió rebelde, se desaparecía y duraba hasta días para volver a la casa”. Sólo la protagonista de esta historia le reclamaba. “Porque yo sí decidí ser diferente, echar para adelante y triunfar”. Lo logró.

“La delincuencia no se hereda, en los barrios hay joyas sin pulir”

“No creas que no te doy mi nombre porque me avergüenzan mis orígenes. Al contrario, estoy orgullosa de poder decir que, aunque vengo de una familia con fichas criminales, yo soy un ejemplo para la sociedad. Lo hago por respeto a mi trabajo, y más que todo, a los clientes. Tú sabes, no todo el mundo es igual”. Eso dice la protagonista de esta historia, quien estudió Contabilidad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y tiene una maestría en Finanzas. También ha hecho cuantos diplomados y cursos ha podido para ser cada vez más competente.

En su vida ha tenido momentos de mucha tristeza. No es fácil venir de una familia con un prontuario delictivo, y lograr salir adelante contra todo pronóstico. “La gente en el barrio decía que los cuatro íbamos a coger el mismo rumbo que mi papá, porque eso es lo que se estila en la mayoría de los casos. Yo quise demostrarles que no siempre es así. Gracias a Dios, lo logré”. Lo relata satisfecha.

No fue fácil. Desde que salía de la escuela al mediodía, tenía que irse casi de una vez a limpiar una casa y hacer mandados a todo el que requiriera de “sus servicios”. Con ese dinerito, ayudaba a su hermanito. “Cada quien andaba por su lado. En mi casa no se cocinaba, yo le daba algo a una vecina muy querida, que es como una madre para mí, y ella nos pasaba comida para nosotros dos”. A esa señora le agradece y la ayuda constantemente con lo que necesite.

Aunque le duele en el alma, admite que cuando su padre estaba vivo, siempre llevó dinero a la casa para comida. “Era un dinero sucio, robado, producto de sabrá Dios qué crimen, pero nosotros como menores de edad, no veíamos eso, sólo nos comíamos lo que nos daban y ya. Una comida que a veces, no sabía a nada porque mi mamá con beber tenía, y después cuando él llegaba y le reclamaba, se ponían a pelear. Uf, era un infierno”. No quiere ni recordarlo.

¿Cómo pagaste tus estudios?

“Una hermana de mi papá, porque su familia es muy trabajadora y seria, un día, yo con 16 años, me propuso que fuera a su casa y que me llevara a mi hermanito de 12. No lo dudé, dije que sí y nos fuimos de ahí. Mi mamá se dio cuenta que no vivíamos con ella como una semana después. Ya tú sabe, se le quitaba un jumo y se daba otro. Al parecer duró dos días sin beber y le preguntó a mi hermano por nosotros y él le dijo que no sabía, y una vecina fue que les informó que tía fue a buscarnos a los dos chiquitos. Ya tú puedes saber”. En esta parte llora porque le dolía tanto saber que no le importaban a su propia madre.

Rápidamente reflexiona: “Bueno, ella está enferma, es alcohólica y no hemos podido luchar con eso. He tratado de ayudarla y no ha habido forma, ni porque se ha enfermado muchísimas veces”. Le pasa una mensualidad a una vecina para que le dé comida y se la vigile, y le paga una casita para que al menos tenga donde dormir. “No me queda de otra”.

Su nueva vida

Aparte de haber criado a su hermano menor, hoy la dueña de este relato disfruta de una hermosa familia. Tiene a su esposo, que es también su colega. Tiene dos hijas, una de ocho años y otra de seis. Ella ya tiene 34 años, y muchos sueños por cumplir en su carpeta.

Algo que la hace feliz es que, gracias a su fe, su hermana, quien cumplió condena por narcotráfico, se ha regenerado. “En la cárcel se portó bien, y cuando salió le propuse que estudiara. No quiso, pero le conseguí un trabajito con una amiga en una banca y se portó tan bien que la hicieron supervisora de varios negocitos de los que tienen mi amiga y su esposo. Porque ella es muy inteligente, lo que la llevó a cometer tantos errores fue ver a mi papá y a mi hermano hacer tantas cosas feas. Ahora tiene una pareja, y le está yendo bien, gracias a nuestro Dios”. Un logro más que se suma a la lucha que ha venido librando en la sociedad por venir de una familia disfuncional y con pendencias con la ley.

Sobre su hermano homicida cuenta que ya tiene unos buenos años preso, y que espera que cumpla su condena porque “ese si que no creo que se porte bien”. No es que esté haciendo fechorías tras las rejas, pero “me siento más tranquila con él ahí, pues no quiero que vuelva a lo mismo y menos ahora que hay tanta delincuencia en en este país”.