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Fábulas en alta voz 

El poder de Dios en algo simple

La señora Arquimia, como ella me dijo que debía ponerle su nombre, llamó a LISTÍN DIARIO para agradecerle a todo el equipo de trabajo, “desde a quien dirige hasta a quien barre”, así lo manifestó. 

Su gratitud obedece a que lleva años leyendo este medio, pero un día en particular, a través de él, valoró un mensaje que le había mandado el Señor. “No quiero que me entrevisten, ni nada de eso, sólo quería contarte sobre esto porque he leído escritos tuyos y se ve que eres una mujer de fe”.

Mensaje recibido

Según lo contado, ella estaba pasando por una situación de salud muy delicada. Oraba siempre para que Dios le pasara Su mano sanadora. “Un día le dije: ‘Señor, sáname, y yo te ofrezco ayudar a alguien que necesite de mí. Mándame un ángel de los tuyos para que me dé mi sanidad, y haz que yo sea el ángel de otra persona necesitada’.

 Al día siguiente, cuelo mi café y me pongo a leer el periódico, cuando veo, en la portada hay un escrito de una persona que necesita ayuda, y te cuento, se me entró un caliente en mi cuerpo, unos escalofríos, se me erizó la piel…, y en mi mente una voz me dijo: ‘Tú eres el ángel de esa persona’. Así lo hice, mi nieta me ayudó a comunicarme, ofrecí mi ayuda y mis hijos también, ¡y tú has de creer, que cuando me hicieron una prueba profunda, el doctor se sorprendió! Yo estaba sana. Un tratamiento sencillo fue lo que el médico me indicó muy asombrado”. Eso me contó entre lágrimas.

Me traspasó su sentir

Ella iba hablándome y mi piel también se erizaba y se intensificaban las ganas de llorar, de emoción, porque como ella, también tengo muchos testimonios de fe, que dar. Me repitió tantas veces que el Señor le mandó el mensaje a través del Listín con la historia de esa persona, que no me quedó de otra que preguntarle cuál fue. Se limitó a decir: “Que no sepa tu mano derecha lo que hizo la izquierda”. No insistí porque pienso igual que ella. Lo importante es que cumplió su promesa y Dios honró la suya.

Un testimonio de fe

Lo contado por la señora Arquimia, no tiene nada que ver con la ciudad fabulosa. Lo de ella es real. Quien tiene fe en el Altísimo lo puede entender. Por eso, con su anuencia, decidí compartir con ustedes lo que ella contó a través de su llamada, dando testimonio de que Su respuesta llega de maneras inesperadas y, a veces, tan inusuales . “Que todos sepan que el poder de Dios lo podemos ver y sentir en algo simple”. 

Ella lo experimentó en una información que daba cuenta sobre la necesidad de una persona enferma, pero sin recursos económicos para tratarse. Él le dio la oportunidad de ser ese ‘ángel’ que ella pidió ser. “Yo ayudando, logré que Él me ayudara. Háganlo ustedes y verán que podrán dar un testimonio de fe como el mío”. Se despidió con la promesa de volver a llamar, aunque sea para saludar. 

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