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Un Punto Azul Pálido: recordando la perspectiva de Sagan

El 14 de febrero de 1990 la sonda espacial Voyager 1 capturó una fotografía de la Tierra desde aproximadamente 6.050 millones de kilómetros de distancia, a petición de Carl Sagan, astrónomo, astrofísico, astro biólogo, escritor y principalmente un reconocido divulgador científico, (NY, 9 -11-1934, Seattle, 20 -12- 1996)

Ana Mirtha Vargas

Ana Mirtha Vargas

En tiempos recientes la curiosidad por la vida extraterrestre ha crecido notablemente, impulsada por diversos avistamientos extraños de los que se carece de información y que han capturado la atención del público.

A pesar de los esfuerzos de los ufólogos por interpretar estos fenómenos, es importante señalar que tales creencias pueden dar lugar a la desinformación y a la proliferación de teorías conspirativas.

Estas ideas se complican aún más cuando se entrelazan con ideologías políticas o se nutren de temores sociales. Independientemente de lo que pueda ser, ocupémonos de lo que está en nuestras manos, resolver o transformar.

El 14 de febrero de 1990 la sonda espacial Voyager 1 capturó una fotografía de la Tierra desde aproximadamente 6.050 millones de kilómetros de distancia, a petición de Carl Sagan, astrónomo, astrofísico, astro biólogo, escritor y principalmente un reconocido divulgador científico, (NY, 9 -11-1934, Seattle, 20 -12- 1996).

Esta fotografía, que exhibe nuestro planeta como un minúsculo punto de luz, motivó a Sagan a escribir su libro Un punto azul pálido. La imagen ganó reconocimiento rápidamente y se convirtió en una de las imágenes más significativas e icónicas de la historia científica.

La reflexión de Carl Sagan impactó a la comunidad pensante. Su extraordinaria reflexión: “Un punto azul pálido” puede despertar a muchos sumidos en la arrogancia y la vanidad.

A continuación la reflexión:

Desde este punto de vista distante, la Tierra puede parecer de ningún particular interés, pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto que está aquí, mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Esos somos nosotros, ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido.

La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos. Miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector. Cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada. Cada niño esperanzado, cada madre, cada padre.

Cada inventor y explorador. Cada maestro moral, cada político corrupto, cada superestrella. Cada líder supremo. Cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí. En una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores para que en Gloria y triunfo pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto.

Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra parte del punto. ¿Cuán frecuente sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros? ¿Cuán ferviente son sus odios?

Nuestros posicionamientos, nuestra supuesta importancia, el espejismo de que ocupamos una posición privilegiada en el universo. Todo eso lo pone en cuestión ese punto de luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad.

En toda esa inmensidad no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos solo de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida.

No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo al cual nuestra especie pudiera migrar, visitar, sí, colonizar, no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y yo añadiría que también nos forja el carácter.

En mi opinión, no hay mejor demostración de la locura, que es la soberbia humana, que está distante imagen de nuestro minúsculo. Para mí recalca la responsabilidad que tenemos de tratarnos los unos a los otros con más amabilidad y compasión, y de preservar y querer ese punto azul pálido. El único hogar que jamás hemos conocido.

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