RATREANDO LATAS
Los afanes de Emma ya comenzaron, empezó con la búsqueda de las latas para empacar los famosos pudines de navidad, con los que obsequiamos a los parientes y amigos. Después de que se engalano, porque no sale a la calle si no está sumamente bien vestida, peinada y maquillada, fuimos al establecimiento comercial en donde acostumbramos a comprar las laticas adornadas con motivos navideños. Por más que buscamos en todos los estantes, las laticas no aparecieron. Frustradas, nos dirigimos a otro centro comercial, en donde también acostumbran a venderlas, vano intento, tampoco las habían traído este año.
Retornamos a casa bastante molestas, sin las latas es difícil empacar los exquisitos pudines, por más atención que le pongamos a su elaboración.
Al día siguiente reanudamos la búsqueda, pero fallamos en el intento. Finalmente me decidí y compré una serie de recipientes plásticos, que, si bien no tienen el aspecto festivo de las laticas originales, cumplen con su papel de albergar con seguridad el famoso dulce.
Pero esto solo era l principio. Había que adquirir los envases de latón con que se pone a asar en el horno
El revoltillo de ingredientes que componen la famosa y misteriosa receta, heredada de una tía abuela, lo que me la regalo con muchas recomendaciones, advirtiéndome que por nada del mundo divulgara el secreto. Ahora estoy elaborando la lista, para ir a comprar los ingredientes, rogándole a Dios que aparezcan, no vaya a ser que también les haya dado años comerciantes, por no importar alguno de los ingredientes. También está el asunto del vino. Anteriormente elaboraban en el país un sabroso vino moscatel, para las fiestas navideñas. Tal parece que la fábrica quebró o que se aburrieron de hacerlo y se embarcaron en la elaboración de otro producto. El asunto es que he tenido que husmear en los estantes en donde almacenan el vino, buscando uno apropiado, pues la masa del pudin, debe bañarse con este licor durante ocho días, sin fallar. El problema consiste en que el bebedizo que es más apropiado, resulta muchísimo mas caro. Total, que me saldría más barato obsequiar a mis parientes y amigos con perfumes Guerlain o Dior. Pero… esto no satisfacerla a mi fiel cocinera, quien considera que, sin pudin, no hay navidad y es ¡lo mismo que montar el arbolito.
¡Asi que ni modo! Nos dedicaremos al oficio de reposteras, batiendo y embarrándonos de masa, para luego permitir a los nietos que limpien la paila, otro de las tradiciones navideñas. Sin la aprobación de los limpia pailas no se pueden cocer los pudines.
Seguiremos con los preparativos, como todos los años, mientras Dios nos de vida, salud y licencia.