Melania, una primera dama dos veces en el huracán mediático

Desde sus humildes orígenes, Melanija Knavs, hasta llegar a la Casa Blanca, convertida en esposa de un multimillonario estadounidense que llegó a la presidencia de los EEUU, la vida de Melania Trump, ha reflejado en muchos aspectos la cultura estadounidense que tanto la fascinó desde niña.

Ceremonia de la primera investidura de Donald Trump como el 45º presidente de los Estados Unidos, el 20 de enero de 2017. Un evento marcado por la polémica debido a la menor presencia de público en la historia reciente de las investiduras presidenciales, mientras la atención se centraba tanto en la nueva administración como en las tensiones que rodearon el acto.

Ceremonia de la primera investidura de Donald Trump como el 45º presidente de los Estados Unidos, el 20 de enero de 2017. Un evento marcado por la polémica debido a la menor presencia de público en la historia reciente de las investiduras presidenciales, mientras la atención se centraba tanto en la nueva administración como en las tensiones que rodearon el acto.Evan Vucci / EFE / EPA

Eslovaca de nacimiento, criada en los años setenta en la entonces Yugoslavia comunista, Melania soñaba con el glamour de Occidente desde joven, alimentada por las imágenes que su familia captaba de Estados Unidos a través de CNN International.

Desde sus humildes orígenes, Melanija Knavs, hasta llegar a la Casa Blanca, convertida en esposa de un multimillonario estadounidense que llegó a la presidencia de los EEUU, la vida de Melania Trump, ha reflejado en muchos aspectos la cultura estadounidense que tanto la fascinó desde niña.

De las pasarelas neoyorquinas a dos veces primera dama de los Estados Unidos

Melanija Knavs nació en una bella villa medieval eslovena a orillas del río Krka, en Novo Mesto, este de Eslovenia, el 26 de abril de 1970, quien más tarde se convertiría en Melania Trump, una de las primeras damas más enigmáticas de Estados Unidos.

A los 15 años, Melania dejó su hogar familiar para mudarse a Liubliana, donde comenzó a estudiar diseño y fotografía. Aunque ingresó en la Universidad de Liubliana, pronto abandonó sus estudios para seguir su verdadera pasión: la moda. Su carrera dio un giro importante cuando, en la década de los 90, comenzó a trabajar en las capitales de la moda internacional, Milán y París.

Fue en 1996, a los 26 años, cuando dio el paso decisivo al trasladarse a Nueva York, un destino que marcaría el inicio de su vida en el centro del mundo de las pasarelas.

En un reciente vídeo en redes sociales, Melania Trump, defendió con firmeza las imágenes que circulan de sus desnudos durante los años noventa y principios de los 2000, cuestionando el enfoque mediático sobre sus fotos. La antes modelo expresó que lo más relevante no era la celebración de su cuerpo, sino por qué los medios siguen prestando tanta atención a esas imágenes.

La CNN recordó cómo, durante la campaña presidencial de 2016, imágenes de Melania desnuda tomadas en 1995 fueron utilizadas para criticar a Donald Trump. Y en el año 2000, cinco años antes de su matrimonio, la revista GQ también publicó una portada en la que Melania aparecía desnuda en el avión privado de su futuro esposo.

Relación con Donald Trump: glamour, poder y controversia

En la gran ciudad, Melania vivió de cerca el mundo de las modelos de élite y los empresarios millonarios, pero fue en 1998 cuando su vida dio un giro inesperado: conoció a Donald Trump en una fiesta en la ciudad. Entonces, Trump acababa de separarse de su segunda esposa, Marla Maples, y la diferencia de edad entre él y Melania, de 24 años, no fue un obstáculo para que él le pidiera su número de teléfono.

Sin embargo, Melania, con una seguridad sorprendente para alguien tan joven, le respondió que él debía darle el suyo. “Quería ver qué tipo de número me daría, ya que si era el del trabajo, pensaría: ‘¿Qué es esto? No estoy haciendo negocios contigo’”, reveló en una entrevista en 2016.

Marla Maples, se había visto envuelta en un escándalo mediático al ser identificada como la otra mujer en su matrimonio con Ivana, la primera esposa de Trump. La separación de Trump e Ivana en 1992, después de años de especulaciones sobre sus vínculos extramaritales, marcó el fin de un matrimonio público y polémico.

Ivana, madre de sus hijos mayores, Donald Jr., Ivanka y Eric, falleció en julio de 2022 a los 73 años en circunstancias misteriosas, tras caer por las escaleras de su mansión, lo que desató especulaciones sobre un posible accidente o incluso asesinato, aumentando aún más el interés morboso por su vida personal y su relación con Trump.

Trump y Melania se casaron en 2005 en una ostentosa ceremonia en Mar-a-Lago, el club privado de Trump en Palm Beach. Para la ocasión, Melania lució un vestido de John Galliano para Dior, que costó aproximadamente 200 mil dólares, simbolizando el inicio de una relación rodeada de opulencia y atención mediática. No obstante, su vida matrimonial fue lejos de ser convencional.

Donald, inmerso en sus negocios, dejó claro en varias ocasiones que no tenía intención de involucrarse activamente en la crianza de Barron, su único hijo con Melania, nacido en 2006. En declaraciones posteriores, Trump manifestó sin tapujos que “no haría pañales ni prepararía la comida para su hijo”.

Cuando la familia se trasladó a Washington, Barron fue el primer hijo varón de un presidente en la Casa Blanca, desde John F. Kennedy Jr., lo que despertó curiosidad sobre cómo afrontaría su nueva vida. Sin embargo, Melania decidió retrasar su mudanza para que Barron pudiera terminar el curso escolar en Nueva York.

A lo largo de los años, Barron ha aparecido ocasionalmente en actos públicos, aunque su interacción con los medios ha sido estrictamente limitada. Su notable altura, que ya superaba a la de su padre con solo 15 años, y su porte reservado le otorgaron un aura de misterio que no hizo más que alimentar el interés en el más joven de los Trump.

Rumores, secretos y distanciamiento en la Casa Blanca

Desde que se instalaron en Washington en 2017, varios informes sugirieron que la pareja dormía en habitaciones separadas. Según Michael Wolff, autor de Fire and Fury: Inside the Trump White House, Trump pasaba las noches solo viendo series de televisión y comiendo hamburguesas de McDonald’s en la cama. Además, cuando este asumió el cargo, Melania y Barron permanecieron en Nueva York durante varios meses, hasta el verano de ese año, para que Barron pudiera completar su curso escolar.

En esa misma época, varias mujeres acusaron a Trump de haber mantenido relaciones extramaritales, entre ellas Stormy Daniels, una actriz de cine para adultos, quien afirmó que había tenido un encuentro sexual con Trump en 2006. En medio de esas acusaciones, se reveló que Donald Trump había pagado a Daniels 130 mil dólares en 2016, antes de las elecciones, para que guardara silencio sobre su relación. Esta transacción fue vista como un intento de silenciar el escándalo y evitar que afectara su imagen durante la campaña.

En noviembre de 2020, la exasesora de la Casa Blanca, Omarosa Manigault Newman, reveló al Daily Mail que Melania Trump “contaba los minutos” para que su esposo dejara la presidencia y así poder iniciar un proceso de divorcio. Esta situación reflejaba la tensión existente entre ellos, una distancia emocional que se prolongó durante el mandato presidencial.

Tras el traspaso de poder a Joe Biden en enero de 2021, Melania se trasladó a la residencia familiar en Florida con Barron, mientras Trump permaneció en Washington, centrado en asuntos políticos y en su futuro dentro del Partido Republicano.

La relación entre los Trump, sin embargo, no solo era objeto de especulaciones dentro del país. En el libro A Voyage Around the Queen, el autor Craig Brown recoge una conversación privada de la reina Isabel II, quien, tras la visita de Trump al Reino Unido, se refirió al matrimonio de la pareja como “algún tipo de acuerdo”. La monarca se mostró intrigada por la dinámica de la relación y sorprendida por el comportamiento distante de Trump hacia Melania, interpretando su unión como un matrimonio más por conveniencia que por amor.

La ruptura de su silencio y las incógnitas sobre su futuro

La labor de Melania Trump como primera dama estuvo marcada por una serie de decisiones y comportamientos que generaron controversia tanto en el ámbito público como en el político.

Desde las acusaciones de plagio en su discurso de la Convención Nacional Republicana de 2016, que había copiado fragmentos del discurso de Michelle Obama en 2008, hasta ser señalada como hipócrita por defender la diversidad en la Convención Nacional Republicana de 2020, después de haber cuestionado en el pasado la nacionalidad de Barack Obama.

Además, su relación con el presidente nunca fue especialmente cálida. A menudo, Melania se alejaba de los intentos públicos de Donald por mostrar afecto, como cuando él intentaba tomarle la mano o ayudarla a bajar las escaleras, solo para ser rechazada sutilmente frente a las cámaras. Este distanciamiento también quedó reflejado en su actitud durante la campaña de 2024, en la que se mantuvo al margen y participó muy poco en la contienda electoral.

Su decisión de no pronunciar un discurso en la Convención Nacional Republicana, donde es tradicional que las esposas de los candidatos lo hagan para mostrar su apoyo, rompió con las expectativas y avivó las especulaciones sobre su relación con Trump.

Este distanciamiento se acentuó aún más en octubre cuando Melania anunció la publicación de su libro de memorias, en el que comenzó a expresar públicamente opiniones políticas que distaban de las de su marido y que hasta entonces había mantenido en privado.

En su libro, Melania abordó temas como los derechos de las mujeres, defendiendo la “libertad individual” para decidir sobre la maternidad. Además, reveló su desacuerdo con la política migratoria de Trump en 2018, particularmente con la separación de niños inmigrantes de sus padres en la frontera.

Con la victoria de Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre y su próxima toma de posesión en enero, la atención vuelve a centrarse en Melania. La gran incógnita es si decidirá mudarse nuevamente a la Casa Blanca y cuál será su nivel de implicación, que con toda probabilidad será menor al de sus predecesoras, como Michelle Obama o Jill Biden.

Tras una campaña marcada por su escaso protagonismo, se especula que Melania mantendrá su habitual perfil bajo, dejando su papel en la esfera pública muy alejado de las expectativas tradicionales para las primeras damas.