La Vida

Realidad y fantasía

Nuestra maravillosa capital del Nuevo Mundo

Nuestra primigenia capital, de donde partieron todos los conquistadores que descubrieron un continente maravilloso, dotado de todo lo que Europa nunca soñó,siendo inmediatamente envidiado por los demás poderes europeos, quienes se dedicaron primero a la piratería y después a la rapiña

La Ciudad Colonial florece, a pesar de los obstáculos que presentan las obras en las calles que obligan a hacer vueltas y revueltas, hasta encontrar por donde seguir adelante.

Se está convirtiendo en lo que debió ser desde hace muchos años, en la capital primogénita de la América Ibérica, no la que los norteamericanos pretenden ser, sin ningún derecho. Ese es un país que ni siquiera tiene nombre.

Nuestra primigenia capital, de donde partieron todos los conquistadores que descubrieron un continente maravilloso, dotado de todo lo que Europa nunca soñó,siendo inmediatamente envidiado por los demás poderes europeos, quienes se dedicaron primero a la piratería y después a la rapiña.

Es verdad incontestable que el continente ya estaba habitado, pero sus pobladores nunca tuvieron contacto con gente más allá del mar, ni se integraron a la civilización europea.

También es verdad que los vikingos llegaron primero a Groenlandia, cosa fácil, partiendo de Islandia. Pero tampoco hicieron gran cosa, se limitaron a fundar un poblado y hacer excursiones que poco fructificaron, para abandonar la isla, debido a la peste negra.

Pero cruzar el Mar Tenebroso, atravesarlo durante setenta y dos días para alcanzar una de las islas del nuevo mundo es una epopeya inigualable en la historia de la humanidad.

Fundar una ciudad, con todas las reglas de una urbe civilizada, como no se había visto en la misma Europa, con calles trazadas, rectilineamente, plazas y solares para la construcción de residencias, es otra proeza épica.

Lanzarse al mar en naves que parecían más una hoja, impulsadas sólo por el viento para descubrir y poblar un asombroso continente, es otra proeza digna solo de seres de un valor inigualable y Santo Domingo fue la sede de toda esta increíble hazaña.

De aquí partían y aquí llegaban con las noticias de lo descubierto. Este fue el centro de todo, la capital del Nuevo Mundo y como tal tenemos que tratarla, cuidarla y darla a conocer por donde quiera.

Cada rincón, cada calle, cada edificación debe ser cuidado, preservado y atendido, como cosa preciosa, porque eso es lo que es, la joya de la corona en su tiempo y ahora nuestra joya, la que debemos cuidar con amor y atención por ser nuestra y del mundo entero.