Fábulas en alta voz

La Constitución: ¿Triste o feliz?

Hoy se cumplen 180 años de la promulgación de la Constitución de la República, pues fue promulgada en San Cristóbal el 6 de noviembre de 1844. A partir de ahí, el país comenzó a “regirse” por las leyes que ella contiene o no sé si decir que contenía, porque vamos lejos de su contenido original. Nadie puede obviar la cantidad de veces que ha sido sometida a transformaciones ajustadas a las “necesidades” de los tiempos. Cada quien le hace un traje a su medida. El más reciente “cambio” se lo hizo el presidente Luis Aninader y, en uno de sus ajustes contempla dos períodos presidenciales y nunca más, algo que técnicamente, ya existía. Lo gracioso es que ese “candado” que dice, le puso, se hizo ahora, no antes de él relegirse habiendo dicho en múltiples ocasiones que no se repostularía. Ante la vulnerabilidad que se ha demostrado, tiene nuestra Carta Magna, yo me pregunto: ¿Estará ella triste o feliz de ser el ‘trapo de olla’ de los políticos

Buscando respuestas fabulosas

Este instrumento, definido como un acuerdo de reglas de convivencia que rigen una sociedad, y, que por supuesto, es un objeto inanimado, yo curiosa, he querido llevarlo a una ciudad fabulosa donde sí es posible darle “vida” para que diga cómo se siente con tantos “retoques”, porque no es un secreto que cada quien la transforma a su gusto y conveniencia. Es como si la entraran a un quirófano y le dicen al cirujano plástico: “Con más busto, con una nariz más fina, sin papadas…”. Pero, cómo se sentirá ella con todos estos arreglos. La respuesta que da en este lugar fabuloso es que no se siente cómoda con tanto “manoseo” sin sentido, pues no es nada agradable que hoy quiten un párrafo y que mañana lo vuelvan a poner sólo para complacer necesidades particulares, nunca por razones que convengan a la población. Tan poco le gusta que las autoridades quieran vender la idea de que los tres poderes del Estado están divididos como ella lo contempla, cuando en acciones hay sólo uno. Todo esto la pone triste y hasta furiosa. Por eso en esta comunidad fabulosa la respetan.

Lo que sí le agrada

Con la potestad de “hablar” que le da esta ciudad fabulosa, fue bueno saber que sí le agrada cuando la “entran a cirugía”, pero no para que se vea más atractiva, sino para “sanarle” algunas de esas leyes obsoletas, para agregar artículos o suprimirle los que no se adaptan a la nueva realidad. Le gusta cuando “sus tratamientos” tienen como objetivo el bienestar de la nación, no el de un gobernante o de unos políticos malintencionados que sólo buscan favorecerse. También dejó saber que le fascina cuando de aniversario le obsequian el respeto que se merece y la manejan con la pulcritud con que debe ser tratada una Constitución que lo único que busca es el orden y que se cumpla a cabalidad su contenido gobernando para el pueblo, legislando para el pueblo y haciendo justicia por el pueblo. Ufff, volví a la realidad y la que está triste por el maltrato continuo al que es sometida nuestra Carta Magna, soy yo.

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