folcloreando
El pre-logismo en la medicina popular
De lo que más me acuerdo cuando era niña, además de salir con mis padres a comunidades cercanas para disfrutar de la vida campestre, era cuando estaba enferma. Por ejemplo, si me daba fiebre escuchaba a mi madre “doña Ena” decirle a uno de mis hermanos que orinara y esa orina caliente mezclada con sebo de flander me lo frotaban en el cuerpo entero, me arropaban de pie a cabeza y daba una “sudá” del caray. La orina tenía que ser del sexo contrario.
Un trago amargo
Mi madre me hacía una bebida de cañafístola con leche y le agregaba apazote con el objetivo de expulsar los parásitos, que como muchacho al fin comía muchos dulces o “porquería” como le decían. Otra experiencia fue cuando tenía doce años que me apretaba del pecho y me prepararon una “botella” de raíz de anamú, leche de coco y ginebra. El trago más amargo que tomé en mi vida, tan amargo y malo que lloraba antes de ingerirlo “cul cul”.
La tradición se transmite
Según el investigador folklórico Carvalho Neto, que introdujo el concepto de Prelogismo, “lo pre-lógico es lo que determina los sentimientos y no así la razón”, característica esta del hecho folklórico que no analiza ni comprueba los fenómenos. La tradición oral se transmite de generación en generación, ya sea por imitación u observación y eso pasó luego de tener mis tres hijas que, aunque no fueron los mismos brebajes, hice lo mismo que mi madre, y fue peor, ya que le di una toma de arenque cocinado con aceite de coco; semilla de zapote con café amargo, llevarlas a donde Teódulo Aquino que le cortara un poco de cabello e introducirlo en el tronco de un árbol y un remedio que el ingrediente principal fue sangre de hicotea.
¡Adiós congestión!
Un día llamé a su pediatra porque estaba “apretada” y teníamos reservado un hotel al día siguiente y el doctor me advirtió que si era de playa no importaba. Al día siguiente seguía con su apretamiento y cuando íbamos a desayunarnos le dije a un señor que estaba bañándose que me hiciera el favor de zambullir a mi hija, lo hizo y se descongestionó inmediatamente.
Ese trauma todavía lo tiene y le dije que lo hice para que se sanara y me expresó que por qué llamé a una persona desconocida para hacerlo y le contesté que yo no sabía ni nadar ni flotar.
Y como el pre-logismo se enfoca en los sentimientos, otra prueba fehaciente es que cuando me caía o me cortaba recuerdo a mi padre que mientras me pasaba la mano por la parte adolorida decía “Sana, sana, culito de rana, que si no te sanas hoy te sanas mañana”.