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Fábulas en alta voz

El ‘mayúsculo’ error del ‘¡ay!’ ‘hay’ y ‘ahí’

Que estas tres palabras se escriban de forma inadecuada, poniendo un ‘hay’ por ¡ay!, por ejemplo, es costumbre entre un gran número de personas. Sin embargo, yo me niego a aceptar que alguien que trabaje con las letras cometa repetidas veces, este mayúsculo error, y lo peor, que cuando le hagas la salvedad, diga que fue el celular que se “equivocó”. Realmente, nadie es perfecto. Todos cometemos errores, pero cuando somos humildes y reconocemos nuestra debilidad podemos resarcir y salir airosos. Aprender no pesa.  

Nadie se lo sabe todo

Es bueno aprender y, si se tiene conocimiento sobre algo, compartirlo, pero es lastimoso escuchar a gente que trabaja escribiendo, creando contenidos…, justificarse ante el desconocimiento o la falla. Debemos ser agradecidos de quienes nos ayudan a ser profesionales más competentes. Es importante recordar que nadie se lo sabe todo, pues ignoramos más que lo que sabemos. Tomemos nuestro tiempo, si no para estudiar el idioma, para verificar lo que escribimos. A estas alturas existen sobradas herramientas tecnológicas que nos ayudan a corregir y, al mismo tiempo, a aprender. Hay que usarlas porque ahí podemos encontrar buenas soluciones para decir: ¡Ay, ya me lo sé!

Un viajecito hacia el conocimiento

No cae mal aprender aunque sea una palabra nueva al día o cómo se escribe tal o cual cosa, y más, si trabajamos en estos quehaceres. Para que veamos qué tan productivo es ir tras el conocimiento, los invito a visitar una ciudad fabulosa donde para dedicarte a una carrera debes mostrar tus competencias, tus habilidades, pero sobre todo, tu preparación en la práctica, no en los títulos. Contrario a nuestra realidad, donde lo que cuentan son las certificaciones que dicen que has hecho maestrías, doctorados y demás, en este lugar, eso no es suficiente. Debes demostrar lo aprendido y estar dispuesto a continuar tu ruta hacia el aprendizaje. Eso de acumular título, no conocimientos no aplica en esta comunidad. Con este tipo de reglas garantizan el buen manejo en el puesto a ocupar.

¡Ay, ahí hay!

En aquella ciudad fabulosa, si trabajas con letras tienes, no debes, que tener un buen dominio del idioma. Las faltas ortográficas no se pasan por alto, aquí. No hay cabida para fallar en algo tan simple como saber qué término aplica cuando nos vamos a referir a estos tres conceptos: ‘¡Ay!’, que es el que utilizamos para exclamar algo: ‘¡Ay qué bello’. ‘Hay’, es de haber y lo usamos para decir: ‘Hay comida’. ‘Ahí’, nos ayuda a identificar el modo o lugar: ‘Ahí están las flores’. Estos tres conceptos desempeñan un lugar específico en la frase en que los emplees. Tanto es así que, los tres solos pueden formar una oración: ¡Ay, ahí hay! Ojalá que quienes culpan a su celular, dejen de hacerlo y dediquen un poquito de su tiempo a aprenderse esta sencillez. De lo contrario, habrá que “inscribir el teléfono” para que haga su cursito.

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