REALIDAD Y FANTASíA

Soñar no cuesta nada

En fin, seguimos la vida cotidiana, estrechándonos el cinturón, procurando no contagiarnos de los males que nos acechan y de los bandoleros que parecen brotar por todas partes, como los hongos.

Soñar no cuesta nada y, por lo tanto, Ema y yo aspiramos a que todo mejore con las medidas del superior gobierno.

Emma está muy entusiasmada con el asunto de la rebaja en los precios de los alimentos, al disminuir el famoso ITBIS. Yo aspiro a la mejora en el suministro del agua, la que se ausenta en muchos sitios, incluyendo, naturalmente, el lugar donde vivimos.

Del asunto de la energía eléctrica tenemos pocas esperanzas, cada vez llegan los recibos por email, si es que llegan, mucho más caros por el mismo consumo. Los contadores parece que pasaron a la historia como tantas otras cosas que extrañamos.

En fin, seguimos la vida cotidiana, estrechándonos el cinturón, procurando no contagiarnos de los males que nos acechan y de los bandoleros que parecen brotar por todas partes, como los hongos.

Emma no anda con la cara mustia, como ocurría hace unos días, aunque está consciente de que la pérdida de mi gran amigo el doctor arquitecto, Cesar Iván Feris Iglesias, me tiene triste y deprimida.

Ella con su sonrisa mañanera al llevarme el café, me anima un poco y las ocupaciones cotidianas, ayudada por mi fiel acompañante, me recuerdan que el mundo sigue su marcha, aunque haya conflictos peligrosos en varias partes del globo.