Reflexionar sin martirizarse, ¿cómo sacar las lecciones del ayer?
Algunos ejercicios del pensamiento son de utilidad en el proceso de tomar decisiones o reflexionar sobre asuntos del pasado. En el mundo espiritual, estudiosos de algunos temas filosóficos consideran que vinimos a la escuela de la vida; cada uno con su propio libreto viene a tener experiencias hasta que aprendemos.
Un filósofo francés, Raynaud, decía que “no todo lo que está escrito tiene que pasar, más todo lo que pasa está escrito”, lo que podría ser paradójico; en verdad no sabemos qué podemos evitar que ocurra. Tenemos algunas limitaciones ante los misterios de la vida aún por descubrir bajo la mirada de la ciencia; queda claro de que solemos aprender por ensayo y error.
Una herramienta interesante para reflexionar y tomar la lección de la experiencia o de las acciones del presente es el pensamiento contrafactual. Este proceso mental supone imaginar distintos escenarios posibles, de haber tomado una decisión distinta a la elegida.
Pienso que deberíamos ser compasivos con nosotros mismos, sin martirizarnos por lo que pudo haber sido y no fue. Juzgarnos severamente por cualquier disposición acaecida es inútil. Asentir que nuestra resolución fue la mejor, de acuerdo con nuestro escenario, nuestros sentimientos y estado de consciencia de aquel momento, es saludable.
Visto de esta manera, y tomando en consideración “nuestro yo del ayer”, nuestro "expertise” de hoy no es el mismo que el de antes. Entonces podemos utilizar el pensamiento contrafactual de cara a quedarnos con el aprendizaje que nos puede aportar el análisis de la situación que deseamos analizar.
El pensamiento contractual puede ser una herramienta interesante en diversos contextos, antes de tomar decisiones y solucionar problemas y ser más asertivos en nuestras vidas.
Por ejemplo, un estudiante que no pudo ingresar a una oportunidad de trabajo porque le faltaba hablar un idioma que desconocía y que, de no haber rechazado oportunidades de estudios en ese sentido, podría pensar: "Si hubiera aceptado ingresar a los estudios de francés, habría podido ingresar en esa compañía". En otro caso, no cumplió con sus deberes en sus estudios y reprobó un examen; el pensamiento contractual sería: “si hubiera estudiado más, habría pasado el examen. Lo podría motivar a cambiar hábitos de estudios o expandirse en los conocimientos hacia otras áreas.
Tomar decisiones con este tipo de ejercicio mental puede ayudar a evaluar las consecuencias de diferentes acciones. Si consideramos "qué habría pasado si...", las personas pueden tomar decisiones más informadas en el futuro.
Por ejemplo, un gerente que tomó una decisión de negocio que no resultó exitosa puede reflexionar: Si hubiéramos invertido en publicidad en vez de confiar en labios a oído, quizás tendríamos mejores ingresos.
En resumen, esta práctica es muy útil para analizar las consecuencias de las acciones pasadas y entender mejor las emociones asociadas con dichas decisiones. Si obtenemos la experiencia del pasado para tomar decisiones más informadas, desarrollar empatía y fomentar la creatividad, ayuda en la toma de decisiones futuras, previniendo errores similares en el futuro, recordando hacerlo, en la comprensión de que sólo podemos tomar la enseñanza; por lo demás, decimos el viejo refrán : “lo pasado pisado, el presente de frente y el futuro sin apuros”.