Fábulas en alta voz
“Desde la cárcel”
Al leer este título algunos creerán que estoy escribiendo desde una celda, pero gracias a Dios, no es así. Si por asomo estoy “tras las rejas” es porque creo que así estamos muchos dominicanos, por no decir todos, “presos” de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, con respecto a la salud mental. Por ello, quiero llamar su atención sobre la importancia de este tema y, lo haré con una historia viva que, en dos o tres palabras me contó una persona. Con lo que me dijo fue suficiente para darme cuenta de cuántos dominicanos están viviendo “desde la cárcel” en la que sus emociones les mantienen atrapados.
En dos minutos
Fue a través de una corta llamada telefónica que, hablando con esa amiga, me contó que hace un par de semanas llamó a una prima suya porque le habían informado que no estaba bien de salud. “Cuando su hija le pasó el teléfono y la saludé, sólo me dijo: ‘aquí, muchacha, desde la cárcel’. Eso me llamó la atención y, cuando le pregunté que cómo así, me respondió: ‘es que el que tiene depresión y ansiedad como yo, vive preso’. No te imaginas, Marta, cómo eso me llegó tan profundo”. Cuando me lo contó se le salieron las lágrimas y ambas concluimos en que sabrá Dios la cantidad de gente que está sentenciada a vivir “tras las rejas de sus emociones”.
Buscando soluciones
Al notar la pena que tenía cuando me contó sobre esta situación, decidí invitarla a que fuéramos juntas a la ciudad fabulosa a ver qué soluciones hay allí para liberar a esas personas condenadas a ser “prisioneras de sus emociones”. Al llegar vimos que, aunque ciertamente, existen problemas de salud mental, como en todas partes, en aquel lugar tienen la clave perfecta para hacer frente a este problema de salud pública. No hay una comunidad que no disponga de un centro especializado para tratar a quienes necesiten la intervención de los especialistas de la salud mental. Dependiendo el caso, así se atienden. Si la persona amerita internamiento, hay espacio para ingresarla. Ahí recibe, no sólo atención médica, sino afecto, cuidado, buen trato y todo lo que repercuta en una mejor calidad de vida para ellos y sus familiares.
Libres, pero decepcionadas
Ver la forma en la que en aquel lugar fabuloso atienden a quienes sufren de depresión, ansiedad, ezquizofrenia y otras condiciones que afectan la salud mental, así como saber que no hay que ser rico para recibir ese tipo de servicio de verdad que nos ayudó a disipar la tristeza que causa saber que, en nuestra realidad, hay tanta gente viviendo en esa ‘prisión emocional’ que no sólo ‘limita de libertad’ a quienes la padecen, sino a toda la familia, sobre todo, cuando se trata de gente de escasos recursos, pues las autoridades gubernamentales, no disponn de suficientes centros de salud mental y mucho menos de un sistema efectivo de salud que los ampare con medicina, protección y una vida fuera de ‘las rejas’.