artes visuales
Un “Abanico” entre Iberia y el Caribe
Las diez obras incliuidas en la presente carpeta fueron elaboradas entre 1989 y 1990 en Madrid, en el taller promovido por el pintor y gestor cultural Rufino de Mingo. Se han conservado gracias al empeño de Geo Ripley.
La carpeta gráfica del desaparecido pintor cubano Enrique Pérez Triana y cuidada con esmero por su amigo Geo Ripley, ha resurgido.
Durante más de treinta años, los diez grabados del grupo Abanico, contenidos en el interior de ese inolvidable portafolios, permanecieron ocultos en el tiempo. Ahora han salido a la luz y más que un disfrute proponen una certeza que los dominicanos deben conocer.
El líder del grupo, Rufino de Mingo, pintor y promotor cultural, ideó crear un punto entre su amada España y el Caribe y comenzó reuniendo artistas visuales jóvenes de gran valor.
Él promovía la permanencia en España y la permanencia en un taller para formar la carpeta que en su tiempo le dio la vuelta al tinglado cultural de nuestros pueblos.
La República Dominicana, Cuba y varias provincias españolas acogieron la producción nacida en aquellas jornadas de creatividad y muchas de ellas trascendieron a sus autores.
Algunos miembros del grupo quedaron en el camino, otros fallecieron pero, los más, hoy son artistas de renombre. Otros eligieron el camino de la poesía y la crítica de arte como complemento cultural.
Los grabadores sí tienen quien les escriba y plantaron cátedras de comentarios y textos en favor de las obras creadas. No fueron, pues, escritos de auto promoción, sino textos lúdicos, la mayoría inspirados en algún vericueto oculto en los trazados, o en el paisaje pintorezco de las ciudades que caen al borde de barrancos de agua y tierra.
Enrique Pérez Triana
Falleció en plena madurez. Su deceso no ocurrió por cáncer ni trombosis cerebral ni infarto. Fueron las malditas condiciones de vida impuestas al cubano que para emigrar, incluso, dentro de su patria, se sometía a las inclemencias de un destino para todos divido.
Emigró a La Habana desde Matanzas, su provincia natal. No tenía dónde vivir, pero así y todo contrajo matrimonio, alquiló una barbacoa de una habitación y allí hizo su nicho creativo. Su esposa quedó embarazada y nueve meses después nació su hija y, junto a ella, la mayor felicidad de su vida.
No permitía que los constantes apagones cubanos enturbiaran su vida, ni que le faltara la leche a la menor. Se dedicó a proveerle una pequeña nevera y otras comodidades. Y durante los apagones se las arreglaba para procurarle la luz de la cablería del vecino. En una de esas jornadas eléctricas, su cuerpo quedó pulverizado por un exceso de corriente y lo único que intentamos fue idear para Santo Domingo una exposición individual post morten con su esposa e hija.
Geo Ripley se encargó de todo, pero el patrocinio del viaje y la galería para promover la muestra jamás aparecieron, y todo quedó postpuesto hasta este presente en que sus amigos decidieron sacarlo del olvido a través del grabado ejemplar que ilustra la carpeta.
Su obra en la carpeta
El boceto de su grabado, “Lenguitas de serpientes”, fechado en La Habana en noviembre de 1989, es un alerta contra la envidia que se mueve a las espaldas del ser y amenza con insuflarle el veneno que sale a través de su lengua. No es un trabajo aislado sino que, esta vez, su serie de pinturas sobre las serpientes se multiplicó y atrapó a muchas miradas incrédulas que admiraron la capacidad sugeridora del artista cubano.
Artistas del Grupo Abanico
Rufino de Mingo (líder), Geo Ripley (República Dominicana), Enrique Pérez Triana (Cuba), Álamo, Ibirico, Ángeles Merín, R. Ruiz, H. Gago, D. Romero y P. Quert (España).