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fábulas en alta voz

Dos años de puro amor

Marta Quéliz, editora L2

Marta Quéliz, editora L2

El día ocho de julio del año 2022 el Señor me regaló una razón poderosa para entender que la vida hay que amarla aun cuando las cosas no salen como esperas. Ver su carita, sus pequeños pies, sus manitas repletas de ternura y escucharlo llorar con un llanto de esos que reparan el alma rebozaron mi corazón de amor. Siento que estoy viviendo en una burbuja de plenitud. Mi nieto Daniel es el responsable de que hoy vea al mundo con otros ojos. Él hace que donde haya nubes grises, yo aprecie el color del arcoíris; que donde haya tristeza yo pueda esbozar una sonrisa, y que cuando sienta dolor, me cure con el bálsamo de su amor.

Una residente fabulosa

Desde que está en mi vida, mi niño amado se ha encargado de hacerme vivir en una ciudad fabulosa. Ya soy residente con miras a lograr la ciudadanía en el lugar de ensueño donde Dani me ha llevado a vivir. Cada vez que me ve y dice: “Abueeeela…”, es como si todas las bendiciones del Señor, sin excepción, cayeran sobre mí para convertirme en la mujer más dichosa de este mundo. Escuchar su risa, ver su carita adornada por su pelo rizo y rubio, verlo jugar con sus carritos, los que ordena meticulosamente o disfrutar cuando imita algunas cosas de las que hacen los adultos me hacen vivir momentos fabulosos.

¿Quién se divierte con quién?

Durante estos dos años de existencia, Daniel ha disfrutado a plenitud la vida que le ha tocado vivir en un grupo de familias que sólo sabe darle amor y mimos. Cuando salimos con él o en cualquier sitio donde tengamos la oportunidad de compartir con nuestro tesoro no se sabe quién disfruta más. En mi caso, me subo con él en los toboganes, entro al espacio donde están las pelotas y disfruto de todo lo que se me permita. Cuando lo escucho decirme: “Ven abuela” y al mismo tiempo me lo hace saber con sus manitas, siento que el cielo y las estrellas están a mi favor. De verdad que han sido tiempos de puro amor.

¡Por muchos años más!

Lo cierto es que, en el corto tiempo de vida que tiene mi chichí, ha sabido repartir sacos de amor a todos. Porque no es sólo en la familia, en su escuela también ha sabido “robarle” el corazón a sus maestras y a todo el personal del centro. Se le da muy bien el adueñarse del lugar donde está y de la gente. Por eso es que sin lugar a duda, yo puedo decir que Daniel me ha dado dos años de puro amor y espero que me regale muchos más sin que se le apague su amplia sonrisa. ¡Te amo, mi Dani!

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