La Vida

Renata Quintana, la cirujana que con ‘cálido amor’ refresca la piel de pacientes con quemaduras

A lo largo de su carrera reconstruyendo este tipo de lesiones, por sus manos han pasado casos de los que ha perdido la cuenta, aunque no la alegría de haber curado la desesperación que causan estos daños.

Renata Quintana

Renata Jennifer Quintana Álvarez es el nombre completo de la cirujana que se ha dedicado en cuerpo y alma a darle vida a la piel de pacientes con quemaduras. A simple vista y, por el trabajo que hace, parecería una mujer fuerte o “seca” como se dice en buen dominicano. Pero no es así. El amor por el prójimo la ha llevado a desempeñar esta carrera a la que no muchos quieren dedicarse.

La hija de José Rafael René Quintana Martínez y Nereida Amparo Álvarez Francisco nació en Puerto Plata. Allí, siendo una niña se deslumbró por la medicina. “Desde muy pequeña yo decía que iba a ser doctora y artista. Lo primero lo logré, lo otro está pendiente”. Esto lo dice de manera jocosa, aunque conociendo su historial de que todo lo que se propone lo logra, a lo mejor pronto será vista sobre un escenario.

Para dar fuerza a su inclinación por esta carrera, la dueña de esta historia cuenta una anécdota. “Recuerdo que estando yo pequeña, mi papá estuvo enfermo unas semanas en la casa, nuestro médico de cabecera iba a visitarlo y a mí me encantaba acompañarlo desde el principio cuando iniciaba con el lavado de manos hasta finalizar con sus recomendaciones. No me alejaba ni un sólo momento, estaba pendiente a cada detalle”. Es así como hoy reconoce que, el doctor Francisco Brugal, conocido como Panchito, en Puerto Plata, fue su primera fuente de inspiración para la vocación médica.

Con la fortuna de que su madre fue la primera maestra de ella y de su hermano Francisco René, pronto aprendió a leer y a escribir. Además de estas enseñanzas escolares, sus padres se preocupaban por instruirlos en los conocimientos de cultura general, artes y ciencia. Con 15 años recién cumplidos inició la carrera de medicina. La terminó a los 21 y a los 26 culminó la especialidad de cirugía general.

¿Por qué curar la piel quemada?

Renata acaba de cumplir 28 años de ejercicio continuo. En el manejo de pacientes con lesiones por quemaduras, lleva 22 años. ¿Por qué se dedica a un área tan sensible? Se le preguntó, y no tardó en responder: “Acudí recién graduada de cirujana al llamado de la doctora Thelma Rosario como directora del Hospital Arturo Grullón. Necesitaba a alguien del área quirúrgica para el cuidado de los pacientes pediátricos quemados, quienes se atendían en un espacio que no estaba totalmente adecuado para su manejo”. Ahí comenzó su largo recorrido por un área médica que no a todos los médicos le llama la atención.

Cada vez se entusiasmaba más con el trabajo de amor que estaba realizando. Saber que por iniciativa de un grupo de damas de la ciudad ya se había iniciado la construcción de la Unidad de Quemados, llenaba su corazón. Era un estímulo más para que se dedicara con calidez a refrescar las lesiones de los pacientes con quemaduras.

Quería ampliar las esperanzas de mejoría de las personas que atendía y eso la empujaba a capacitarse más en el área. Se convirtió, no sólo en una excelente cirujana reconstructiva de la piel, sino en una investigadora que, en 2018 fue reconocida por el Colegio Dominicano de Cirujanos como la primera cirujana criolla especialista en quemaduras.

Es agradecida y no deja de mencionar a sus profesores de la Escuela de Cirugía del Hospital Aybar, y de la Unidad de Quemados Pearl F Ort como responsables de los conocimientos aprendidos para ponerlos al servicio de los pacientes con quemaduras, sobre todo, en un país donde ocurren tantos hechos de esta naturaleza sin que haya todavía un banco de piel.

Sobre si tiene cifras estadísticas de los casos que ha atendido durante los 22 años que ha dedicado a esta área, responde: “Serían imprecisas, pues he trabajado en todo este tiempo en diferentes centros de salud, tanto públicos como privados, manejando también otras patologías además de las quemaduras”. No tiene el número, pero sabe que son bastantes si se toma en cuenta que pese a los muchos casos que se conocen, hay otros por quemaduras que no salen a la luz pública.

Curando heridas, Renata ha sabido ponerse en la piel de sus pacientes con quemaduras

Renata Quintana no ve como un sacrificio todo lo que ha hecho para llegar hasta donde está en un área de la medicina que no tantos aman como ella. “En realidad, he disfrutado mucho el trayecto que ha significado llegar a este punto, siempre quedan aspectos, personas de quienes seguir aprendiendo y áreas para cultivar. En la medida de lo posible he procurado cuidar el tiempo de la familia y las amistades”. Lo hace sin descuidar su entrega a los pacientes que ven en ella una luz de esperanza.

Pero detrás de los conocimientos de esta cirujana, que es ‘fellow’ en caumatología, del Chang Gung Memorial Hospital y Chang Gung University 2007, hay muchos nombres que mencionar. Prefiere reservárselos para que no se escape ninguno, aunque no deja de admitir: “He tenido la dicha de tener excelentes maestros, quienes aún siguen estando pendientes de brindarme sus conocimientos, desde profesores de la primaria hasta los de maestría”. No excluye a compañeros y compañeras con profundos valores y gran calidad humana que siempre la acogieron como una hermana menor.

El haber vivido una infancia bonita y rodeada de mucho cariño, formaron la base de amor que ella ha necesitado para curar las heridas por quemaduras de los múltiples pacientes que han sido atendidos por esta cirujana que labora en el Centro Infantil de Quemados Dra. Thelma Rosario, de Santiago de los Caballeros, desde su fundación. De hecho, fue directora de la institución desde el año 2009 hasta 2023.

¿Ha llorado con algunos casos?

Esta fue una interrogante que se le hizo tomando en cuenta la desesperación que causa en la persona el quemarse alguna parte de su cuerpo. “Aunque soy de lágrima fácil, procuro ser resolutiva y hacer todo lo necesario para dar respuesta a la situación. Las veces en las cuales he llorado ha sido de impotencia por cuestiones cuya solución no está en mis manos”. Con esto deja claro que su misión es calmar la desesperación sin mostrar debilidad.

Renata tiene apariencia de mujer de temple, de esas a las que parece ser que nada las conmueve, y sorprende cuando entre las cosas que la hacen flaquear menciona los gestos de humildad, la lealtad, la naturaleza, la niñez, los adultos mayores… “En verdad, esas son algunas de las cosas que llenan mi corazón”. Con razón se dedica a trabajar en una carrera que amerita de muchos de esos aspectos.

La también docente universitaria se limita a mencionar algún caso de éxito durante los 22 años de ejercicio en el área de quemados. “Todo caso en el que pueda ayudar a una persona y colaborar con un colega en la solución de una situación, es para mí exitoso. El hecho de devolver la calma a ese paciente y a su familia, y restablecer la sonrisa en su rostro no tiene precio”. Esto la satisface como lo hace también encontrar a uno de ellos por la calle y que la recuerden como alguien que contribuyó con su bienestar.

¿Qué hace falta en el país para esos pacientes?

Hablando desde su experiencia, para la cirujana reconstructiva, especialista en pacientes con quemaduras, es importante que se fomente la educación en prevención de quemaduras. “Entre muchas cosas, es necesaria la creación de un centro de quemados para pacientes adultos en la región del Cibao”. No pierde la fe en que se logrará su construcción.

“Es importante sobre todo, en los mas jóvenes, incentivar la vocación de servicio, estimular la participación en grupos sociales y comunitarios, enseñar a los más pequeños y hasta en las instancias más altas, que el éxito no es la exhibición de bienes materiales, un vehículo, un celular o de cualquier objeto, sino el resultado de lo que se hace con amor y dedicación”. Para la especialista las cosas vanas no pueden ser lo que te identifique y te dé valor como persona.

A juzgar por lo dicho, este tema la apasiona y continúa: “Por el sólo hecho de ser humano me son inherentes la dignidad y el valor intrinseco de la persona. El éxito, al final de camino es poder decir he disfrutado la vida, he hecho lo que más me ha gustado sin dañar deliberadamente”. Por tener esto claro es que se ha dedicado a desempeñar una profesional que le ha permitido “ponerse en la piel de los demás”.

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