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Patricia Faur: El amor real huele a tostadas

Para generar afectos sanos, es importante identificar y trabajar en nuestros propios apegos. Esto significa ser conscientes de nuestras propias necesidades emocionales y no depender de otra persona para satisfacerlas.

Ana Mirtha Vargas

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Ana Mirtha VargasEspecial para Listín Diario
​Santo Domingo

La dependencia emocional se refiere a necesidad excesiva de apoyo, afecto y aprobación de otras personas, mientras que los apegos vinculares son las conexiones emocionales profundas que formamos con los demás. Estos lazos pueden ser con familiares, amigos, parejas o incluso con figuras de autoridad. Se complica cuando se torna patológico comprometiendo nuestra identidad y libertad.

Establecer nexos sanos es imprescindible para nuestro bienestar emocional, en un mundo en que se ven muchos desencuentros, se hace imperioso que haya más profesionales actualizados en los temas vinculares y se forme al niño desde temprana edad en el fortalecimiento de la autoestima y la autonomía.

Pareciera que gran parte de la sociedad ha perdido el norte, y ante las excesivas distracciones emergen relaciones confusas y con un alto nivel de toxicidad. Es fundamental entender cómo estos aspectos influyen en nuestra vida cotidiana y en nuestra salud mental. Una relación cálida y cercana es extraordinariamente beneficiosa: nos ofrece sentido de pertenencia, seguridad en tiempos calamitosos y de estrés. Los vínculos saludables fomentan el crecimiento personal y el desarrollo de una identidad sólida.

Conversamos profundizando el tema con los argentinos Patricia Faur, psicóloga y escritora, de más de una docena de libros relacionados a los vínculos disfuncionales, y licenciado Fernando Rubano, docente universitario, ambos especialistas en relaciones, ofrecen a final de julio una formación dirigida a profesionales de la conducta, estudiantes avanzados, y abogados que se ven expuestos a manejar conflictos vinculares nos dieron su mirada con relación a la dependencia emocional y los apegos patológicos.

Patricia Faur con frecuencia aborda la relación después del enamoramiento inicial, afirma que después de los primeros seis meses de gran atracción y de estrellas de colores, a veces sigue el maltrato, no necesariamente físico, puede ser, por ejemplo, a través de una relación intermitente con alguien que aparece y desaparece, una relación que no termina de definirse, donde el dependiente emocional empiezan a pedir limosna de cariño, usualmente son personas muy vulnerables, de grandes carencias infantiles, no tuvieron directrices respecto al autocuidado, autoconfianza, o autovaloración.

Fueron con frecuencia niños parentalizados, ocuparon el lugar de adultos desde que eran muy pequeños, nunca fueron niños, nunca fueron irresponsables. Siempre se sobreadaptaron para cuidar a sus cuidadores, para quizás alcohólicos o con cualquier otro conflicto de familia. Entonces cuando llegan a la vida adulta, no buscan personas que la amen, sino que replican como adulto ese tipo de apego inseguro, que han tenido en la infancia, con un terror enorme, al abandono y personas no disponibles.

Para generar afectos sanos, es importante identificar y trabajar en nuestros propios apegos. Esto significa ser conscientes de nuestras propias necesidades emocionales y no depender de otra persona para satisfacerlas. En lugar de buscar la validación externa, es importante aprender a amarnos a nosotros mismos y a establecer límites saludables en nuestras relaciones. Además, es fundamental comunicarnos de manera abierta y honesta con nuestra pareja, amigos o familiares, es la clave para construir relaciones sólidas y duraderas. Escuchar activamente a la otra persona, expresar nuestras propias necesidades y resolver los conflictos de manera respetuosa. 

Para @patofaur, “El amor real huele a tostadas”, como intitula uno de sus libros.

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