La Vida

FÁBULAS EN ALTA VOZ

Nunca terminas de conocer a la gente

Marta Quéliz

¿Tú crees que porque hace décadas que conoces a alguien, ya sabes para qué da y para qué no? Lamento decirte que a veces ni nosotros mismo sabemos de qué somos capaces hasta que llega el momento. “Te conozco como la palma de mi mano” es una frase gastada que creemos que siempre se cumple, pero no es así. En ocasiones esa palma puede ponerse más clara o turbia y hacer cosas que jamás imaginamos. Claro, con regularidad, es la decepción la que nos deja claro que nunca terminamos de saber quién es quién.

Decepción o acierto

No creas que a esta realidad sólo la definen las cosas negativas que podemos llegar hacer contra todo pronóstico. Hay quienes después de años de compartir contigo te sorprenden con el logro de una meta que jamás imaginaste podía alcanzar. Pero claro, también hay la posibilidad de que nos decepcionen con actitudes y acciones que nunca pensamos que podían venir de quién por largo tiempo creíamos era de tal o cual forma.

Un determinante fabuloso

Para evitar, sobre todo, las decepciones he decidido visitar una ciudad fabulosa donde pueda aprender a tratar a la gente sin crearme grandes expectativas. Una vez llegué al lugar noté que sus habitantes establecen relación de amistad, de trabajo o de cualquier índole teniendo en cuenta que todas las personas son diferentes y que son los momentos los que muchas veces determinan su actuación. Aquí observé que nadie espera nada de nadie, y que por eso la tasa de decepción es muy mínima, por no decir cero.

La solidaridad es la reina

No importa que conozcas a alguien de antaño o que tengas dos días relacionándote con una persona, en ese lugar fabuloso lo que vale es que cuando necesitas de ayuda siempre encontrarás una mano amiga que se solidarice contigo. Puede inclusive no saber el nombre de alguien y eso no es limitante para recibir el espaldarazo. Eso sí, hay que dejar por sentado que allí los años pesan. Una relación de amistad de mucho tiempo, por ejemplo, representa una lealtad inquebrantable. No hay sorpresa de que un amigo o una amiga no esté cuando le necesites. No te sale con un “de atrás pa’lante” cuando acudes por algo, no importa lo sencillo o complejo que sea.

La famosa ingratitud

Tuve que venir a mi realidad para saldar esos compromisos que me obligan a permanecer en un mundo cada vez más ingrato. Luego de ver el desenvolvimiento fabuloso de aquel lugar, repudio más la actitud de gente que crees conocer y que luego ves que porque han “logrado” reconocimiento o éxito, sobre todo, económico, les dan la espalda a personas que al parecer, ya no le suman. República Dominicana está repleta de ese tipo de individuos que, en los últimos años se han multiplicado por mil. Así que ni pienses que conoces a nadie. Basta a veces un carguito para que algunos se olviden hasta del hambre y los trabajos que pasaron contigo.

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