historias de la vida

Brenda Cuevas: “Decir gracias, por favor y lo siento me abrió las puertas en Nueva York”

Testimonio. Luego de probar suerte en la gastronomía, en su país, República Dominicana, esta chef llega cargada de sueños a la Gran Manzana donde nunca imaginó se vería viviendo en refugios con su esposo y su hija para poder subsistir. La cortesía, el buen comportamiento y su entrega la ayudaron a salir adelante.

Brenda sueña con tener una cadena de productos que le permita llegar a diversos países.

Brenda sueña con tener una cadena de productos que le permita llegar a diversos países.

“Yo nunca me imaginé que el decir ‘gracias’, ‘por favor’ y ‘lo siento’ tenían tanto peso para ayudarnos a superarnos”. Increíblemente, esas tres frases fueron las que ayudaron a Brenda Cuevas a salir del refugio en el que vivía en la ciudad de Nueva York. Con su indumentaria de cocinera de la alta cocina, de punta en blanco, visitó la Redacción para contar su historia a LISTÍN DIARIO, con un corazón agradecido.

La chef dominicana que nació en Villa Francisca y comenzó a los 15 años a cocinar y vender bizcochos y otros postres, hoy se enorgullece de que sus platos sean degustados por Eric Adams, alcalde de Nueva York. “Eso sí, para llegar ahí, ha sido largo el camino”. Luego de todo lo que tuvo que atravesar en su país, llega a la gran urbe para juntarse con su esposo que ya residía allí.

Al principio las cosas no se veían tan difíciles, pero conforme pasaba el tiempo, todo cambió. Se vio en la necesidad de dormir hasta en hospitales. “Mi esposo se enfermó de cáncer, ya no podía trabajar, no teníamos con qué pagar una renta ni nada. El caso es que fuimos a parar a un refugio. Allí nos quedamos a vivir él, mi hija, que hoy tiene 19 años, y yo”. Hablar de esto hace que salga a flote su dolor. Su marido falleció a finales del pasado año 2023.

Lección de vida

Brenda sabía que en ese refugio había gente de todos lados y con costumbres distintas. Trataba de comportarse con delicadeza y diplomacia. “Traté siempre de ser amable y educada, y eso fue lo que hizo que la gente ahí dentro me ayudara con mi esposo enfermo. Siempre me decían que yo todo lo pedía por favor, que daba las gracias, y, sin darme cuenta, ese comportamiento me fue abriendo puertas. Me gané el cariño de los que trabajaban ahí, me estimulaban a salir adelante, y poco a poco me fueron impulsando a trabajar por mis sueños”. Es una parte triste de su vida, pero de la que aprendió una gran lección.

Brenda se codea con grandes chefs de esa ciudad y de otros lugares del mundo.

Brenda se codea con grandes chefs de esa ciudad y de otros lugares del mundo.

Fue buscando la forma de salir de ahí. Le ayudaron a conseguir una vivienda, y ese fue el punto de partida para ella emprender. “Vendía comida en la calle, a la gente le fue gustando e hice mi clientela”. El tiempo se encargó de, junto a su entrega y compromiso, virar ese camino espinoso por el que iba transitando. Fue así como logró poner en su propia casa un negocio de comida.

Ya establecida en su residencia, la dueña de esta historia se dedica a preparar comida por encargo. Son muchos los dominicanos y gente de distintas nacionalidades que mandan a hacer con ella picaderas y variedades de platos para celebrar sus recepciones. Ahí crea Sabrosuras Dominicanas NY.

Pero la inquieta Brenda no se queda conforme con eso, y con su frase favorita: “¡Sí se puede!” amplía su propuesta, esta vez fabricando productos de cocina con el toque dominicano que tanto gusta a los criollos y a muchos que no lo son.

“Yo hago sazones en polvo, sofritos naturales, agrio o vinagre y otros productos artesanales que a la gente le gusta mucho porque trato de imponerles un sello de calidad y buen sabor a todo lo que preparo”. Precisamente por estos pequeños detalles típicos es que Brenda ahora no vive en un refugio, sino que es ella el refugio de otros que quieren llegar, pero que aunque buscan lograr sus sueños, los abandonan ante cualquier obstáculo.

Esta mujer, orgullo dominicano, ama ayudar a los demás. Desde antes de irse del país, hace cinco años, su vida transcurrió aprendiendo y enseñando sus conocimientos a los demás. Hoy, que ha logrado vencer michas barreras, no es distinto. “Sueño con tener una escuela de gastronomía donde pueda enseñar a todos esos jóvenes que tienen el deseo de aprender, más no la oportunidad de hacerlo”. Sus dotes de altruismo salen a flote.

Son muchos los dominicanos y gente de distintas nacionalidades que mandan a hacer con ella picaderas y variedades de platos.

Son muchos los dominicanos y gente de distintas nacionalidades que mandan a hacer con ella picaderas y variedades de platos.

El haber sido víctima de violencia intrafamiliar, no le impidió a Brenda trabajar por sus sueños

Los tropiezos de la chef Brenda Cuevas, residente en Nueva York, comenzaron en República Dominicana, cuando se convirtió en víctima de violencia intrafamiliar por parte de su padre.

“Realmente, no tuve una infancia bonita. Mi padre me maltrataba, inclusive siendo yo ya grande iba a buscarme al trabajo porque decía que eso que hacía era de mujeres de la calle, y yo a lo que me dedicaba era a trabajar en un hotel importante de la ciudad donde estaba inclusive aprendiendo a darle forma a lo que me gusta que es la gastronomía, para estar preparada y dedicarme al área, como gracias a Dios, lo estoy haciendo”. Se pone triste al recordar esos momentos que pesan sobre sus hombros y sus recuerdos.

De hecho, no excluyó mencionar que está trabajando el perdón. “Estoy en eso porque sé que me sentiré liberada”. Pero admite que se le ha hecho difícil olvidar esas noches en las que su propio papá le cerraba la puerta de la casa y la dejaba en la calle sabiendo que lo que andaba era trabajando pese a su juventud.

Nada de eso le quitaba la fuerza de voluntad a Brenda para continuar luchando por lo que quería: trabajar por sus sueños de convertirse en una gran chef y hacer historias con sus recetas y su entrega a lo que ama.

Batalló, sí, pero no se dejó amilanar ni por los maltratos ni por las puertas que se le cerraban. Entendía que había otras que se abrían y que era cuestión de seguir buscando. Por eso es que durante toda la entrevista, no dejó de decir una y otra vez: “¡Sí se puede!”. Le agradece a mucha gente de aquí y de allá el encontrarse hoy donde está.

Premios y distinciones

Del refugio donde vivía en Nueva York, Brenda salió a adueñarse del mundo. Tiene reconocimientos que como se dice en buen dominicano: “no los carga un burro”. Uno de ellos la nombra como ‘Ciudadana Destacada en la Comunidad’ y le fue otorgado por el Ayuntamiento de la ciudad de Nueva York. Hay otro que la reconoce como ‘Chef Revelación de Telemundo’, y muchos otros que se ha ganado a pulso.

Y eso no es todo. Brenda se codea con grandes chefs de esa ciudad y de otros lugares del mundo que no sólo elogian sus recetas, sino que le tienen un gran respeto porque saben que, detrás del éxito que ha cosechado, hay un sacrificio y esfuerzo de mucho peso.

Pero a pesar de que con mucho amor y agradecimiento recibe todos esos lauros, hay algo que para ella tiene un valor incalculable es el apoyo que recibió en su país cuando buscaba oportunidades de trabajo y, en muchas manos encontró ese respaldo.

Infotep fue una institución clave para ella. Allí no sólo hizo todos los cursos que quiso, sino que se convirtió en facilitadora de diversos grupos de participantes que como ella, encuentran en la capacitación técnica una oportunidad de crecimiento.

Claro, la dueña de este relato hizo su carrera de grado en la universidad, y no para de estudiar porque entiende que en todo lo que se hace en la vida, hay que estar acorde a los tiempos. Todo este camino recorrido es lo que hoy, ante la pregunta: ¿A qué aspiras ahora?, la lleva a responder: “Lo máximo a lo que quiero llegar es a tener una gran cadena de productos, que mi marca llegue a todos los lugares donde quieran consumir algo de calidad”. Si continúa con su determinación, entrega y cortesía, de seguro que pronto dirá: “gracias” para continuar abriéndose puertas en la vida.

Le agradece a David Ortiz

Un dato curioso que Brenda no olvida de cuando trabajaba en un hotel de la capital, es la solidaridad de David Ortiz. “Cuando eso, él estaba comenzando a ser famoso en la pelota, y frecuentaba mucho ese lugar donde yo trabajaba, y recuerdo que cuando me veía que me iba, me llevaba a mi casa”. También lo hacía con otras personas.

Hace poco, se encontró con él en un aeropuerto, lo saludó y le rememoró aquella época y la recordó perfectamente. Eso la hizo feliz, porque vio que él sigue siendo el mismo ser humano que conoció en aquel momento y a quien siempre le agradecerá su gesto de solidaridad.

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