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Corrupción disfrazada

Marta Quéliz, editora L2

Marta Quéliz, editora L2

No sé si ustedes les prestan atención a obras que a veces nos encontramos en el camino y, que pese a que pueden tener alguna utilidad, la vemos abandonadas hasta poco después de ser construidas. Cuando unos cuantos quieren ganarse sus buenos millones, se inventan que hace falta un parque aquí, un monumento a sabrá Dios quién, allí; un “musurete” por acá… En fin, cualquier cosa que pueda generar más ganancias que inversión. Pero el caso es cómo después que llenan sus arcas se desentienden y esas estructuras se convierten en nido de delincuentes, de plagas y hasta de “hogar” de los indigentes.

Después que las obras les llenan los bolsillos, las abandonan

La verdad que, aunque algunos no lo entiendan así, esas acciones son delitos graves que deben ser condenados poniendo a los responsables tras las rejas porque sin duda alguna, este es un tipo de corrupción disfrazada de “buenas intenciones”. Con los impuestos que pagamos construyen dizque obras necesarias, pero al parecer la necesidad la tienen quienes se embolsillan sus cuartos, pues a la hora de darles mantenimiento parecen que no existen. No son una ni dos, las que hay en franco deterioro porque los responsables de darles seguimiento, se hacen de la vista gorda.

Poner el orden ayuda

Para que tengan una idea, en la avenida Circunvalación que cruza por la ciudad Juan Bosch, hay un parque que, se nota que era una obra bonita y hasta de utilidad sobre todo, para estos tiempos de calor, y yo quiero que usted vea cómo está sumido en el abandono. El gazebo, al que más sucio no le cabe, parece una cama gigante para que los indigentes “descansen” luego de sus largas jornadas deambulando por las calles. La yerba tapa los banquitos, y se detiene un poco, se da cuenta de que al parecer también es el vertedero de los residentes en los alrededores. Lo más impactante fue ver a unos policías conversando en medio de la asquerosidad que tiene el lugar, claro, limpiarlo no es su trabajo, pero como servidores públicos deben velar por su higiene. No esperar que lleguen a esos extremos. Pero en sí, los responsables de darle seguimiento son las entidades a las que pertenecen esas obras.

Un lugar para nada fabuloso

Ese parque es sólo un ejemplo, si nos ponemos a mencionar obras abandonadas, habría que tomar el periódico completo para hacerlo. El caso es que este lugar no es nada agradable, y a mí sí me encantaría irme a la ciudad fabulosa, allí donde no sólo se le da mantenimiento a las obras públicas, sino que se somete a quienes las sobreevalúan y se enriquecen atento a ellas para luego abandonarlas. Las penas para pagar por este delito son ejemplizadoras porque en aquel lugar, por donde quieran que tú sumes y restes, eso se llama corrupción disfrazada.

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