realidad y fantasía

Una conversación extrasensorial

María Cristina de Carías

María Cristina de CaríasArchivo LD

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maría cristina de caríasSanto Domingo

A Emma le encanta ver llover, dice que la lluvia la pone nostálgica y varias veces en ese estado se comunica con el espíritu de mi difunto esposo.

Ella tiene ese don, que es muy raro y especial, para ello se necesita una predisposición y una sensibilidad rara de encontrar. Pero Emma es especial en muchos sentidos. Es hija del Caribe y por lo tanto predispuesta a todo lo que pueda suceder en este loco mundo nuestro y en planos de otra dimensión.

Han sido varias las veces que la he observado en plena charla con el mas allá. Me escondo detrás de la puerta para no perturbarla y también para oír lo que parece un monólogo, pero que en realidad es una conversación, con su antiguo patrón, a quien acostumbra encender una vela en su memoria, delante de una foto que siempre ha guardado en su cuarto. La amistad entre Emma y mi esposo era bien especial. Ella lo entendía mejor que nadie y siempre estaba atenta a la menor necesidad de su patrón. 

A mi esposo le encantaban sus ocurrencias y su temperamento alegre y dicharachero. Confieso que le tengo envidia porque el difunto nunca se ha manifestado conmigo. Parece que mis antenas con el más allá, están atrofiadas.

Esta vez Emma hablaba y gesticulaba, parecía sumida en una discusión. ¡Patrón no me pida eso! Decía mi cocinera color chocolate, no lo puedo hacer! Decía en tono suplicante. Luego muy modosa le replico que lo haría si esa era su voluntad. Allí acabó aquella sesión de espiritismo casero. Yo me escapé para mi cuarto.

En la mañana temprano traté de sonsacarle algo, pero fue inútil. Tendré que estar atenta a lo que haga para desentrañar el misterio. No llego a entender porque yo no poseo ese don extrasensorial, también soy hija del Caribe, he ensayado varias veces practicar lo que llaman concentración profunda, pero lo único que he obtenido es una buena jaqueca, en fin. Ya me enteraré de algún modo: ¡Emma soltará la lengua cunado menos lo piense! 

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