La Vida

Fábulas en alta voz

El charlatán

Marta Quéliz

Este término lo conoce “titirimundati”. El único asuntito es que a veces no sabemos cuán grande es el alcance de su definición. Desde mi óptica, no se queda siendo sólo una persona “sinvergüenza”. Para nada. Como a un charlatán, le da lo mismo todo, incurre en embuste, en inventos, en chisme, en calumnias y, aunque usted no lo crea, hasta en chantaje haciéndose pasar por la ‘gatica de María Ramos’. Su alcance es infinito. Préstele atención a los que vea con ciertas características. No se vaya muy lejos, en la misma política hay muchos que pueden guiarle para que se dé cuenta de cuán grande es el alcance de este tipo de personaje.

Para muestra un botón

Le ofrezco un dato para que entienda cómo se comporta un charlatán en potencia, sobre todo, en tiempos de campaña. Resulta que hace un buen tiempo, una persona muy humilde acudió a alguien que podía ayudarla, claro, con el dinero de nosotros, el pueblo, y por supuesto la respuesta fue un “sí, claro, cuente con eso”. Han pasado más de tres años y “he cogido lucha que nadie se imagina y nunca más esa persona, que todos apoyamos en el barrio, me ha atendido. Nunca está, cambió su número de teléfono y no hay quién lo vea. Ah, y no es sólo a mí que le ha hecho eso, es a todo el mundo, sólo nos utilizó”.

¡Apareció el hombre!

La “buena noticia” es que “apareció el perdido”. ¿Pero adivinen? Lo hace precisamente, ahora, en campaña. Buscando votos a dos manos a costilla de un grupo de personas al que abandonó a su suerte cuando pudo ayudarle arreglar su casita, a conseguir un empleo, o a tener un mejor estilo de vida en el gobierno del “cambio”. Como si se tratara de una burla, en estos días, fue al barrio con prebendas y con una alegría desbordante porque está listo para continuar en el poder y “ahora si los voy a ayudar”. “Y lo lindo del caso, él sabe cómo está la cosa, y se aprovecha de todos los trabajos que estamos pasando y hay quienes le cogen lo que da. Ese hombre es un charlatán, y yo misma, no le cojo nada de lo que traiga. Yo me respeto”. Pero no todos son como ella. La necesidad se interpone y el charlatán saca ventaja.

Un viaje fabuloso

Para que esta persona que hoy castiga a ese personaje, mantenga su dignidad, la llevé a un efímero viaje por la ciudad fabulosa, donde pueda encontrarse y disfrutar de la honradez de la gente. Allí nadie juega con los sentimientos ajenos y mucho menos, con la miseria y la necesidad de quienes viven en la vulnerabilidad. Promesa hecha, promesa cumplida. No hay inventos, embustes, pinochos, irresponsabilidad, chantaje… Todo allí es diáfano y las campañas no son para congraciarse, son para presentar propuestas factibles y, en efecto, deben realizarse sí o sí, porque definitivamente, la figura del charlatán, allí no existe. Con dolor en el alma hubo que regresar a la realidad a esta persona que sabe que en campaña se multiplican los charlatanes sin que nada ni nadie los detenga.

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