La Vida

REALIDAD Y FANTASÍA

Una Navidad entaponada

María Cristina de CaríasArchivo LD

Estamos en los días previos a la Navidad, ya entregaron el doble sueldo y todo mundo parece enloquecer. Salir a la calle es, definitivamente, empresa de romanos. Los tapones suceden por todos lados y hacer más de una diligencia es prácticamente imposible.

Anda, además, una epidemia de gripe. No es la influenza, es la clásica gripe de cambio de temporada. Esta vez se ha cebado con nosotros en casa. La tos y la nariz, cual cascada, no da lugar sino para sonarse y tomar potingues caseros: agua de limón con miel, que si té de no sé cuántas hierbas, jarabe para la tos. El siempre presente Vick VapoRub. Desde que tengo memoria, me embadurnaron con este remedio infalible, sigue de moda. No envejece, al contrario, cada vez ayuda más.

Las compras de Navidad se dejarán para última hora, no hay más remedio.

Al comercio le ha dado por guardar todos los adornos de Navidad, en diciembre. Es inútil tratar de conseguir una extensión de lucecitas, no aparecen ni en los centros espiritistas.

No entiendo su estrategia, pero debe ser traída de algún país extranjero, en donde la Navidad les importa bien poco.

Llevar a los niños a ver los belenes o nacimientos es más difícil que treparse al pico Duarte. Las pobres criaturas acaban exhaustas, amarradas con el cinturón de seguridad, en medio de un tapón que no camina, ni para adelante y mucho menos para atrás.

Para ponerle la guinda al pastel, llueve casi todas las tardes.

Emma y yo estamos encerradas a cal y canto. Pusimos el arbolito y los adornos, para sentirnos parte de la temporada más alegre y bullangera, pero solo hemos obtenido la dichosa gripe y ninguna gana de perecer de aburrimiento y mal genio en medio de un tapón. De todas formas, felices Pascuas a todos y que tengan una cena de Navidad con todos sus seres queridos, a tiempo y sanos y salvos.  

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