Menudo
Juan Linares: 50 años de sacerdocio
Ideólogo e impulsor de Canillitas con Don Bosco, que en 1985 nació como una de las más importantes obras a favor de la niñez y juventud en República Dominicana, el padre Juan Linares, de la orden salesiana, celebró con una eucaristía, el 8 de diciembre pasado, sus 50 años de sacerdocio. Por una serie de circunstancias no podía acompañarle. No recuerdo cómo ni cuándo conocí al padre Linares, pero no olvido la primera actividad que organizó: un campamento. Le acompañaban varios cooperadores, aspirantes a salesianos.
Niños incontrolables...
Acudí a ese primer campamento para escribir un reportaje en el Listín. Tenía lugar en un pequeño estadio con sus gradas. Me senté a mirar lo que ocurría en mi entorno. Aquello era un reperpero que, a ojos vista, parecía incontrolable. Cada niño hacía lo que le daba la gana. No obedecían indicaciones. ¿El primer pensamiento que acudió a mi mente? El que comenté en voz alta: ‘Padre Linares, esto es imposible. Usted no va a poder hacer nada con estos muchachos. Son salvajes’. Linares sonrió sin responderme. Era un hombre de fe. Yo, en cambio, una incrédula que jamás imaginé que este programa ayudaría a incontables muchachos a convertirse en hombres de bien.
La ingenuidad de un niño
La actitud de Linares hacia cada niño participante en el campamento era la misma: la de un padre afectuoso. No elevaba la voz. Hablaba con tono pausado, pero firme. Proyectaba seguridad, amor, a tal punto que un niño, junto al cual nos encontrábamos en ese momento, miró al sacerdote e ingenuamente le dijo algo así como ‘Usted debería casarse con mi mamá’.
‘¡Y comió las galletas!’
Una mañana llegó el Padre Linares a mi oficina en el Listín. Venían con él tres o cuatro canillitas con una bandeja de galletas hechas por la mamá de uno de ellos. Tras conversar un rato me comí un par de galletas. Al marcharse, me contó luego Linares, un canillita muy alegre le dijo: ‘¡Y comió las galletas!’
Con los palomos de las cuevas
En esos primeros años de intensa actividad con los niños y jovencitos en Canillitas con Don Bosco, el padre Linares también se dedicaba a tratar de ayudar a otros jóvenes: a los palomos que vivían en las cuevas de los arrecifes del malecón. Allí fui testigo, un día que acompañé a Linares y a sus colaboradores, para escribir un artículo en el Listín, de cómo con ellos rezaba, aún a sabiendas de que muchos no creían en lo que decían. Pero era una manera de llevar el espíritu cristiano a quienes malvivían junto al mar y a menudo endrogándose. Del padre Linares queda mucho por contar, pues hoy día lleva internacionalmente un intenso programa a favor de la niñez.