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Mi experiencia de un avión en picada y una ‘pirueta barril’

Carmenchu Brusíloff

Carmenchu BrusíloffLISTÍN DIARIO

Steve Heyden, que en la década de 1970 era técnico ejecutivo de Falconbridge, tenía un pequeño avión. De vez en cuando, en días no laborables, invitaba a dar en éste un paseo a quienes vivíamos en el barrio de la empresa, en Bonao. Esta vez vamos Louise McAllister y yo. En un vuelo anterior, le había tocado a Urania de Tejada. Tras unos minutos en el aire Heyden nos avisa que pondrá el avión en picada. Eufórica, disfruto la sensación de la velocidad en un descenso rápido que percibo completamente vertical. ¡Impresionante! Ya de vuelta al vuelo horizontal, al poco rato empiezo a sentir opresión en el pecho. Me asusto. ¿Estaré sufriendo un infarto? Algo empero me hace reaccionar y, con voz entrecortada, pregunto a Heyden si está haciendo algo con el avión. Gira hacia atrás la cabeza y con cierta sorpresa, pero riéndose, se excusa de no haberme avisado. Estaba realizando un giro total: 360 grados sobre su eje longitudinal. O sea, una ‘pirueta barril’. ¡Vaya vivencia! Tan pronto estabiliza el avión respiro con tranquilidad y disfruto del paisaje que a nuestros pies se extiende: el valle de la Vega Real y los poblados del entorno. (Desde jovencito, Heyden era un furibundo amante de los aviones. Durante la Segunda Guerra Mundial mintió en su edad para poder ingresar en la aviación y así participó en varias batallas).

Si el médico está de vacaciones y el paciente, de viaje...

Salí de viaje a San Juan, Puerto Rico, y ya en el avión empecé a sufrir un dolor por causa de un problema cervical. Hacía unos meses había tenido ese mismo problema y el geriatra, doctor Güílamo, me había recetado una medicina. Pero en la maleta no había traído alguna pastilla por si acaso, ni recordaba el nombre. Escribí a su WhatsApp, para averiguarlo. Una respuesta automática informaba que el médico estaba de vacaciones, pero que para cualquier consulta se podía acudir a la dra. Berigüete. Daba su número de teléfono. La llamé ¡y respondió de inmediato! A los 10 minutos no solo me había escrito el nombre de la medicina, sino que me informaba de otra similar y su componente. El problema resultó en que, al buscarlas, ni esas medicinas ni su componente se venden en Estados Unidos. Solo en Europa, América Latina y Asia. Mi yerno, Guido, que es médico pediatra y ejerce en Puerto Rico, decidió contactarla y explicarle la situación. Gracias a la buena disposición de ambos profesionales se encontró una medicina con iguales efectos contra el dolor.

¡Ay, los “delays” de Jet Blue!

Pensé que Jet Blue ya no tenía sus famosos delays, pero por lo que decían era un problema técnico pasé más de dos horas sentada a bordo del avión, pero en tierra, para un vuelo a Puerto Rico. Ya les contaré en un próximo artículo de viajes. Fue desesperante.

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