psicología
Viví un desastre natural, ¿y ahora qué?
Los desastres naturales son eventos generados por la misma naturaleza, que tienen efectos devastadores, que van desde pérdidas materiales, hasta lamentables pérdidas de vidas humanas.
Por esto, cuando una ciudad o país atraviesa por una situación de desastre natural, vemos cómo las conductas humanas cambian, imperando el miedo, la tristeza, la rabia y la impotencia.
Los fenómenos naturales son parte del funcionamiento de nuestro planeta, e importantes para los procesos como tal. Pero, debemos estar preparados o lo más preparados posible para enfrentarlos.
Cuando estos fenómenos llegan, hay que estar preparados y prevenidos, para accionar.
Cuando esto no sucede, son desastres naturales. En algunos casos, como los Tsunamis, no pueden ser advertidos, por ende, no hay una preparación posible de enfrentamiento.
En un año, nuestro país ha vivido dos grandes inundaciones provocadas por lluvias torrenciales, constantes, producto de fenómenos atmosféricos.
Justo a un año después de aquel noviembre en el 2022, volvemos a vivir algo similar, que conllevó cientos de casas destruidas, perdidas inmensas en agricultura, infraestructuras y lo peor, al menos 30 vidas humanas, que serán irreparables. Y es todo esto, que lleva, no solo a las personas que han tenido perdidas, lleva a un sentimiento generalizado en la población de tristeza, impotencia y frustración.
Añadido quizás un miedo ante cualquier llovizna, por más mínima que sea, a que vuelva a suceder.
Queda una sensación de desprotección, que puede llevarnos al miedo constante, lo que a su vez nos puede conducir a estar vigilantes y por ende ansiosos.
Si alguna de estas situaciones ha llegado a la vida de una persona, es importante que le preste atención, y busque ayuda, ya que podría este evento, que fue real, que todos lo vivimos, aunque no en las misma magnitud, pero si lo vivimos todos, haber destapado algo mucho más profundo, y que ahora aflora sintomáticamente como un miedo extremo, una ansiedad y hasta con una ira irracional.
La autora es psicóloga clínica en el Grupo Profesional Psicológicamente