La Vida

REALIDAD Y FANTASÍA

Paradoja

María Cristina de CaríasArchivo LD

Mientras en esta isla de nuestro Caribe, se rompió el cielo y la tempestad, causada por un ciclón, retrasado y al revés, causo numerosas tragedias e incontables daños materiales y naturales, paradójicamente, en Sevilla se casaba, el hijo de una de mis amadas sobrinas.

Una boda por todo lo alto, en una preciosa catedral barroca, enteramente recubierta con el oro sacado de las minas de América.

Emma se quedó acompañándome, en tanto la bandada de hijos y sobrinos, se apresuraron a conquistar Sevilla.

La recepción fue al estilo andaluz, en una hacienda, en donde la vivienda, se asemeja mucho a las construcciones que mando a levantar Frey Nicolás de Ovando, en la primera capital del Nuevo Mundo.

Yo me entretuve contemplando las fotografías que mandaban, una tras otra, gracias al prodigioso desarrollo tecnológico que permite comunicarse prácticamente al instante, con cualquier parte del mundo.

Emma impaciente, me reclamó, porque había empezado a llover torrencialmente, así que cerramos puertas y ventanas y nos dispusimos a soportar la tormenta, en medio de rayos y truenos. Al rato la curiosidad de mi abnegada cocinera me obligó a volver al celular para enseñarle la pomposa boda.

Cuando empezaron a llamar las amistades y conocidos, Emma, se alarmó y me puso de vuelta y media, las tragedias se sucedían una tras otra, las redes sociales se inundaron de fotos y videos de horrorosos sucesos por donde quiera, mezclados con la locura de los irresponsables que aprovecharon la tormenta para armar desordenes, sin pensar que podían ser víctimas de su propio invento.

Llovió sin misericordia y naturalmente se fue la luz. Tampoco había agua. Así que nos sentamos a darle gracias a Dios por habernos protegido sin más incidente que la pérdida del huerto familiar y del hecho de que el mar proceloso hubiera puesto distancia y mi familia se encontrara lejos, ajena al drama que desafortunadamente vivimos.  

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