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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Gestos de nobleza en medio de la tormenta

Marta Quéliz, editora L2

Marta Quéliz, editora L2

Es difícil creer que una persona a la que se le haya destruido su casa y lo haya perdido todo, esté dándole la mano a otra en iguales condiciones. Esa experiencia la viví durante las inundaciones del pasado fatídico sábado 18 de noviembre. Verla a ella preocupada y ocupada en ayudar a su hermano a salvar lo que estaba a su alcance, y verlo a él afanado en saber sobre la situación del parqueo soterrado donde otro de sus hermanos guarda sus vehículos es un acto de bondad que paga el infortunio.

La belleza de la hermandad

También fui testigo de cómo, mientras caían las aguas de forma incesante, el menor de la familia sólo atinaba a sacar lo de su hermano. Tanto empeño puso que se olvidó de lo suyo. Cuando vino a darse cuenta ya era tarde para salvar sus pertenecias, pero le quedó la satisfacción de que hizo lo correcto ayudando a su pariente que no estaba en casa. 

No le importó el yeso que tenía en su rodilla afectada para darlo todo entre las sucias aguas que prometían destruir su casa, y que finalmente lo logró dejando a su paso penurias y escombros.

Una relación fabulosa 

Mis ojos también fueron testigos de otro gesto de nobleza en medio de la tormenta. Fue el de la cuñada en esa misma familia, que acabando de llegar de Estados Unidos, no le quedó otra que fajarse a lidiar con el panorama que encontró. 

Pero no crean que sus energías las consumió trabajando en su casa inundada completamente. No, las utilizó para limpiar la de esa persona que en lo que ella llegaba, se ocupaba de rescatarle algunas de sus pertenencias. Era admirable lo que sucedía en medio del desalentador momento. Cada quien se preocupaba por el otro aunque ello significara obviar su propia situación.

Viviendo el desastre en una ciudad fabulosa

Yo observaba estos gestos que tal vez algunos no tomaban en cuenta y, mientras ayudaba en todo lo que estaba a mi alcance, valoraba esas acciones. Me sentía como en una ciudad fabulosa donde el altruismo no se pierde. Donde aunque sucedan casos lamentables, la gente no se derrumba porque sabe que cuenta con una mano amiga, aun sea ésta la de otra persona afectada. Sentía que estaba en un lugar donde lo que cuenta no es lo perdido, la impotencia, la rabia, la nostalgia..., sino que se mantenga la calidez, la hermandad, la unión y amor por los demás. Donde pese a que sientes que lo has perdido todo, en tu adentro te queda la satisfacción de que conservas lo más bello que Dios puede darle a un ser humano: la solidaridad y el don de servicio que es lo que en la realidad, caracteriza a nuestra hermosa familia.