HISTORIAS DE LA VIDA

El chef Manu: una historia que inicia con un dulce de leche cortada

Testimonio. Manuel Méndez es su nombre de pila. A los ocho años dio sus primeros pasos en la gastronomía, sin imaginar que era el principio de la carrera que hoy lo sostiene a él y a su familia. Su éxito es el resultado de su preparación académica, su disciplina, y más que todo, de su entrega a lo que hace sin escatimar esfuerzo.

Así como el chef Manu maneja la creatividad en la cocina, lo hace con sus emociones. Hay parte de su historia que le da nostalgia, pero la asume con mucha normalidad. Sin

Así como el chef Manu maneja la creatividad en la cocina, lo hace con sus emociones. Hay parte de su historia que le da nostalgia, pero la asume con mucha normalidad. SinListín Diario

Cuando lo ves por primera vez, nadie te juzga si dices que estás frente a una persona odiosa y reservada. Gracias a Dios que la entrevista permitió que esta percepción se disolviera por completo. Por eso es que el dicho que reza: “Cara vemos, corazones no sabemos” cobra fuerza cuando tienes el chance de no quedarte con esa primera impresión.

Manuel Méndez, a quien muchos conocen como el chef Manu, es un ser humano capaz de sostener una buena conversación sin hablar mal de nadie. Es un caballero que reconoce el valor de la familia y que agradece a Dios por las maravillas que “cocina” en su vida. “Siempre dejo que Él haga su voluntad”. Precisamente por dejarlo actuar es que hoy en vez de ser actor o un médico consagrado, lleva años dedicándose a la gastronomía. Nunca imaginó que aquel dulcito de leche cortada que hizo a los ocho años, le estaban revelando que su futuro iba a estar frente a los fogones.

“Te puedo decir que, siendo apenas un niño de ocho años me puse a inventar haciendo ese dulce, y me salió muy bien por cierto. Hoy, es a partir de esa experiencia que mido mi participación en el área gastronómica, y eso, que yo hasta hace dos años creía que era de los 18 años en adelante”. En esta ocasión, el hombre que llegó a LISTÍN DIARIO con su chaqueta en mano para hacerse sus fotos, se sonríe y sus ojos delatan la añoranza de aquellos días.

Acomodado en la silla en la que dejaba reposar su serenidad, daba datos de que aquel momento, y admite que nunca imaginó, se convertiría en su fuente de trabajo. “Recuerdo que mi hermana, que es mayor que yo, era la que me ayudaba, porque de verdad, yo era muy niño”. ¿Qué más cocinabas? Se le preguntó de inmediato. “Hacía ‘chulitos de yuca’ y helados de fundita, ‘ahorcaditos’, y ahora que lo pienso, no sé si hacía esas cosas porque no me gustaba la leche y estaba buscando algunas alternativas, o porque había abundancia de esos productos que llevaban a mi casa desde los conucos”. Se sonríe con la timidez que al parecer le caracteriza.

Su llegada a la capital

Tenía 14 años cuando vino desde La Descubierta, provincia Independencia, a Santo Domingo junto a su familia. “Ya mi hermana iba a entrar a la universidad y a mi hermano le faltaba poco, así que nos mudamos para acá. Cuando me toca el turno de concluir el bachillerato, realmente, no estaba tan seguro de lo que quería ser, pues de chiquito decía que iba a estudiar medicina, pero me decidí por la administración hotelera”. No se arrepiente.

Manu es un caballero que reconoce el valor de la familia y que agradece a Dios por las maravillas que “cocina” en su vida.

Manu es un caballero que reconoce el valor de la familia y que agradece a Dios por las maravillas que “cocina” en su vida.

A modo de chanza se le pregunta si durante su carrera como chef, muy divorciada de lo que creía que quería, se le ha presentado la oportunidad de hacerle alguna “cirugía” a uno de los productos que utiliza en la cocina, no tardó en reír y dar una respuesta que también causó mucha gracia: “Claro que sí. Cuando mi mamá me estaba enseñando a coser, lo hizo con una berenjena, pues al parecer así le enseñaban a ella en la escuela”. Recuerda esa anécdota con alegría.

Retoma el tema de su preparación e incursión en el área de la gastronomía y, es en este momento cuando trae a colación la frase que lo hizo cuestionarse sobre si eso era lo que en verdad le gustaba. “Recuerdo que teníamos una maestra que nos decía: ‘no olviden que cuando ustedes están trabajando, el mundo está de fiesta’. Bastaron esas palabras para que me preguntara si eso era lo que quería”. De su decisión, no sólo iba a depender convertirse en un profesional del área, sino comprometerse a lograr trascender y hacer que todo lo que le tocara realizar diera resultados de calidad.

Manu lo ha logrado. Eso sí, a fuerza de capacitación, de disciplina, entrega y pasión por lo que hace. Se hizo una promesa a sí mismo y desde el día uno ha trabajado para cumplírsela. Esa ha sido clave de su éxito.

“Perder a mi hijo de una semana de nacido ha sido lo más grande que me ha pasado”

Así como el chef Manu maneja la creatividad en la cocina, lo hace con sus emociones. Hay parte de su historia que le da nostalgia, pero la asume con mucha normalidad. Sin embargo, fuera de los fogones ha tenido que enfrentar la pérdida de su primer hijo.

Su mirada un tanto perdida cuando toca el tema, reveló que, aunque admite que llorar no es su “fuerte”, el haber visto partir a su primer bebé, ha sido una prueba no superada, pero sí aceptada porque no tiene nada que refutarle a la voluntad de Dios. “Yo creo en Él, y sé que aunque perder a Arturo es lo más grande que nos ha pasado a mi esposa y a mí, nuestra actitud tenía que enfocarse en agradecer porque sólo Él sabe porqué hace las cosas”.

Es admirable escucharlo decir esto sin perder su temple. ¿Los ha recompensado el Señor por aceptar su voluntad? “Claro que sí, Él nos regaló a Marah, nuestra hija de dos años y medio que a decir verdad, es la luz de mis ojos”. “Esta es la ‘receta’ que más disfrutas”, se le dijo a lo que sin chistar respondió sonriendo: “Indudablemente”.

Ha habido frustraciones

Como en todo en la vida, en la historia del chef Manu se han “cocido” algunas frustraciones cada vez que, en su afán por lograr una textura, un color, o tal vez un sabor, no lo ha conseguido como quisiera. Ahhh, pero cuando alcanza su objetivo, siente una grata satisfacción porque a su parecer, “de eso se trata la vida”. Cree en la prueba-error.

Habla con mucha elocuencia de este tema y fue entonces cuando una interrogante dio pie a que continuara hablando de ello. En un mundo tan convulso y con la tanta competencia que hay en tu área, ¿cómo te haces para enfrentarlo? “Es fácil. Con paciencia, obediencia y más que todo, con mi personalidad he podido salir hacia delante. Como he dicho varias veces, la idea no es competir con nadie, es hacer tu trabajo con calidad, y prepararte cada día más”. Prefiere ser competente.

Chef Manu junto a su esposa Erika y su hija Marah.

Chef Manu junto a su esposa Erika y su hija Marah.

Puso un buen ejemplo de cómo le gusta estar “estando y sin estar”. Esto es más profundo de lo que aparenta. “Te cuento que, en la escuela, cuando llegué a la capital que nadie me conocía, yo trataba de sentarme de segundo o tercero, no de primero. Sólo quería que el profesor me viera, que supiera que yo estaba ahí, pero sin protagonismo”. Eso lo aplica en lo que hace.

A los 18 años

A esta edad ya Manu, el hijo de Manuel Méndez y Ofelia Medina, trabajaba en el área gastronómica. Un buen día, decide mudarse de casa y emprender. No imaginó todos los compromisos que estaba asumiendo con esta decisión. “Puse un negocio, no quería que fuera de quipes y pastelitos, pero eso era lo que quería la gente. Resulta que mi primer cliente requería de mis servicios los sábados y domingos, es decir, que me vi trabajando de lunes a lunes. A la par estaba haciendo una maestría en gerencia de empresas turísticas, y de verdad, no tenía tiempo para nada”. Escucharlo contar esto hace imaginar su agotamiento. Luego decide buscar otros horizontes. Hoy tiene su proyecto en línea y es el chef ejecutivo del Club del Banco Central.

Se va por 10 meses

Ya el chef Manu tiene su maleta lista y “servida”. Se va a San Sebastián a estudiar en Basque Culinary Center. Allí continuará su ruta hacia la trascendencia. “Esa ahora mismo es mi palabra clave. No me gusta hacer las cosas para que otros vean y digan. Me gusta lograrlas para estar seguro yo de lo que hago y para dar lo mejor en lo que me ha tocado realizar”. Como se dice en buen dominicano, no le gusta “romper ojos”. De este paso, sólo lamenta que estará apartado de las dos personas que le sirven de sostén e inspiración para seguir. “Mi esposa Erika y mi hija Marah no se irán conmigo. Claro, me visitarán. Sé que me irá bien, y quién sabe qué podría salir de todo esto”. Está confiado en que este paso hacia delante, le ayudará a abrirse nuevos caminos.