La Vida

Historias de la vida

Pilar Sánchez: “Sentí culpa por el suicidio de mi hermano, y la superé creando una fundación”

Fue un 22 de mayo del año 2012 cuando Miguel Eduardo (Beto) se quitó la vida. Días antes vino del campo para visitarla y ella no le prestó atención aun cuando él le dijo que quería hablarle. “Yo estaba molesta porque él dejó su trabajo y creía que estaba haciendo lo correcto con ignorarlo”. Hoy se arrepiente.

Beto dejó una carta y en ella mostró lo dolido que estaba, pues sólo se refirió a su hija y a su suegra.Cortesía de la familia

“En cualquier hogar, por rica o pobre que sea una familia, puede haber alguien que esté pasando por un momento depresivo, por una situación que le lleve a cometer un error, o a atentar contra su vida”. Esta fue una de las tantas reflexiones de Pilar Sánchez durante su visita a LISTÍN DIARIO para contar cómo el suicidio de su hermano le transformó la vida.

Llorando como si se acabara de enterar de la partida de Miguel Eduardo (Beto), no deja de mostrar preocupación por la cantidad de personas con problemas de salud mental que hay en el país. “Hay muchos jóvenes atravesando por situaciones difíciles, y es importante que le prestemos atención a los cambios, que nos detengamos a mirarles a los ojos, a observar su comportamiento…”. No termina la frase porque el dolor de haber pasado por esto, la domina.

Fue precisamente la culpa que por un tiempo sintió, la que la llevó a crear la Fundación Ángel de mi Guarda. “Esa fue la manera que encontré de canalizar mis emociones, de despojarme de la culpa. Mi batalla la he podido librar gracias a esta institución que me está ayudando también a ayudar a otras personas con situaciones como la de Beto”. Hablar de esta parte la fortalece y deja claro que tiene la esperanza, como la ropa que vestía en su visita, de que en algún momento en el país se le prestará la debida atención a la salud mental.

Tan tocada quedó Pilar con el caso de su adorado hermano, que, habiendo tenido ya su carrera universitaria en Publicidad y Producción de TV, decidió estudiar Psicología para poder aportar desde sus conocimientos, a los pacientes que reciben en la fundación. “Porque aunque desde que la creé, cuento con buenos especialistas, entendía que yo debía estar empapada de lo que necesitan quienes acuden a nosotros en búsqueda de ayuda”. Poder servir, también la llena de regocijo. “Yo salvo vidas, y eso me hace vivir”. Exclama con una sonrisa.

Dos años después de la muerte de Beto, Pilar Sánchez decidió buscar una manera de librar su batalla y se dio cuenta que ayudar a otros a no hacer lo mismo que su hermano, era la clave. No se equivocó.Julio Cësar Peña

¿Por qué la culpa?

“Por lo regular, cuando pasa un evento de esta naturaleza en una familia, muchos o todos, tienden a sentirse culpables, aunque no se tenga razón para ello. Pero en mi caso fue diferente”. Hace una pausa para llorar, pero coge fuerza y retoma la cita. “El caso es que unos días antes, él vino del campo a visitarme, ¿pero qué pasa? Yo estaba molesta con él porque había dejado el trabajo, y en vez de sentarme a conversar sobre esto, lo que hice fue no prestarle la atención que acostumbraba”. Hay otro amago de llanto, y se le da su espacio.

El caso es que: “Yo tenía mucho trabajo, estaba muy atribulada y, como estaba incómoda con él, no le presté atención. En una él va a mi habitación y me toca la puerta, le dije que estaba ocupada trabajando que me diera un minuto. No le abrí y volvió a tocarme, en esa ocasión me dijo que no era para pedirme. No le abrí, y él se fue, cuando salí, vi que se había ido, miré por la ventana y lo vi caminando, pero nunca imaginé que era el último día que lo vería”. Lo cuenta llorando y dejando entrever cómo le gustaría volver el tiempo atrás. No lo detuvo porque pensó que con su actitud, le daría un escarmiento a Beto. No se detuvo a ver que ese hermano que siempre gustaba andar de punta en blanco, en esa ocasión estaba desaliñado, cabizbajo y muy diferente. “No vi nada de eso, y sin embargo, alguien cercano sí pudo ver esos cambios, que yo no observé”. Por esta experiencia vivida es que Pilar clama a los familiares, amigos, compañeros de trabajo y relacionados que, cuando noten un cambio en una persona, no lo ignoren. “¡Ayúdenle a salir de ese trance!”.

Ángel de la guarda

El día que Pilar Sánchez se enteró de que una de sus hermanas había encontrado sin vida a Beto, se le cayó la vida. “Yo estaba en pleno trabajo, cuando sucedió, yo trabajaba en Telemicro. Recuerdo que estaba grabando y alguien del canal entró con uno de mis hermanos, él estaba llorando y yo creía que era a mi papá que le había pasado algo porque esos días tenía un problema de salud. Le preguntaba y él me decía que no con la cabeza, y no me hablaba”. Se enteró después. Contar esto la estremece y la hace revivir el momento.

La desgarradora noticia transformó la vida de Pilar al punto de que hoy, a 11 años de la partida de Beto, llora al recordarlo. Eso sí, hay dos cosas que la hacen feliz cuando habla de él: su hija, que ahora es como si fuera suya, y recordar la obra hermosa que hacía su hermano. “Te puedo decir que, durante los nueve días, hubo mucha gente que se nos acercaba y hablaba de lo bueno que era, de que iba a ver a los presos, de que ayudaba a personas necesitadas…”. Eso la consuela porque siente que Dios lo ha perdonado porque siempre fue un ser humano maravilloso y nunca le hizo daño a nadie.

Le duele saber que hay menores de edad que atentan contra su vida, ya sea por el ‘bullying’ que le hacen en la escuela o por el descuido que a veces tiene la familia, hasta sin darse cuenta. “Desde que usted nota un cambio en alguien, sea niño, adolescente o adulto, préstele atención, algo hay, se lo aseguro. Pueden evitarse muchas cosas si estamos atentos, se lo digo yo”. Habla con conocimiento de causa, aunque gracias a Dios, ya la culpa que sentía la ha superado porque, en vez de echarse a llorar, decidió ayudar.

Como especialista infanto-juvenil de la Psicología, Pilar entiende que es hora de que exista una mayor vigilancia y atención a esta población, sobre todo en los centros de estudios y en su hogar. “Es muy triste la cantidad de niños y niñas con una muy, pero muy corta edad, atentando contra su vida por situaciones que los adultos podemos advertir y darle respuesta”. Ella está haciendo su parte y espera que el resto dé un paso al frente para ayudar a los menores que enfrentan situaciones comprometedoras.

Testimonio

Escuchar a Pilar contar con satisfacción, la experiencia de algunos de los pacientes que visitan su fundación, es muy alentador. “Yo estoy viva gracias a ustedes, a la ayuda que me dieron a mí y a mi hijo adolescente. En esos tiempos de pandemia no estábamos nada bien, y gracias a usted y a su equipo estamos vivos”. Eso dice una señora en un video que mostró durante la entrevista. Ella lo miraba y se le notaba en sus ojos lo bien que le hace saber que ha salvado muchas vidas, y, aunque doloroso, producto de su hermano haber perdido la suya.

“Nosotros tratamos por todos los medios de identificar las señales y actuar en consecuencia para ayudar a esa gente que necesita de nuestros servicios. Es una cuota muy mínima que se requiere y, si la persona no dispone de nada, pues igual se le ayuda. Nadie se va a su casa sin atender”. La pequeña contribución que solicitan es porque la Fundación Ángel de mi Guarda no tiene ayuda del Gobierno ni de ninguna institución privada. “Y eso, que he tocado muchas puertas. La puse atento a mí, y mira que no ha sido fácil sostenerla, he tenido que enfrentar problemas económicos, pero ahí la tengo dando el servicio”. Eso la hace feliz.

Capacitación

Para prestarle la atención que requiere la fundación, la protagonista de esta historia, no sólo estudió Psicología, sino que también, abandonó su trabajo para entregarse en cuerpo y alma al proyecto que le ha devuelto las ganas de vivir a un amplio grupo de personas, por supuesto, a ella también.