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HISTORIAS DE LA VIDA

Lleva siete matrimonios: “Si tengo que casarme 20 veces más, lo haré sin remordimiento”

La protagonista de esta historia, cree en la vida en pareja. De cada matrimonio tiene un hijo. Se define con una mujer “enamorada del amor no del dinero ni la vanidad”. La primera vez que contrajo nupcias, tenía 19 años, ahora tiene 39 y hace tres años que pasó por el altar con su actual esposo.

“En una relación no me interesa el dinero, busco amor, respeto y compañía”Istock

“¿Y será verdad que yo voy a hablar de este tema contigo?”. Se preguntó entre carcajadas la mujer que se ha casado siete veces y que está dispuesta a contraer matrimonio cuántas veces sea necesario. Como el de ella, puede que haya muchos otros casos, pero lo que hace diferente su historia es que tiene un hijo de cada pareja. “¿Qué te digo? Tengo siete hijos, uno en cada relación. Ya la fábrica cerró, así que, si me caso de nuevo ya no habrá más embarazo”. Se ríe y afirma que actualmente está felizmente casada.

A la mujer que contó a LISTÍN DIARIO su historia y que se identifica sólo como Ana, le encantaría pasar el resto de su vida con su actual marido. “Eso sí, no me aferro a nada ni a nadie. Vivo mi vida como Dios me la va diseñando. No me detiene el qué dirán, porque quienes te critican no te mantienen, no se sientan a conversar contigo, a escuchar tus penas y a gozar tus alegrías, no se desvelan contigo cuando el insomnio te atrapa, tampoco están ahí para calmar tu dolor. Así que, no me importa la gente”. En esta ocasión se puso seria, pero sin dejar de evidenciar su buen humor.

“Yo no he pedido casarme tantas veces, simplemente las cosas no se han dado. He tenido que divorciarme en varias ocasiones, en una quedó viuda, y eso ha sido lo peor que me ha pasado en la vida”. Hace silencio y aunque luchó por no llorar, no pudo evitarlo.

A duras penas se repuso la mujer que vio su risa desvanecerse. “Ese fue mi tercer matrimonio, a decir verdad, el mejor, teníamos buena química, él era como yo, echao’ p’lante, siempre emprendiendo, y un día salió muy tarde de un negocio que teníamos en un sector muy movido de la capital, y lo atracaron”. Llora desconsoladamente y entre el llanto dice: “Estuvo en coma y duró menos de una semana vivo. Duré muchos años sufriendo por mí y por mi hija que quedó huérfana tan chiquita, tenía dos años”. Se lamenta.

Para quitar la tristeza de su cara, se le preguntó: ¿Y no te hizo esa pérdida pensar en nunca más casarte? “Ay nooo, viví mi duelo, me entregué a mi niña para que no creciera con ese vacío, y como a los dos años y pico, volví a casarme. Porque déjame decirte, así como me persiguen los divorcios, me andan atrás los matrimonios, es más, yo he rechazado peticiones”. Al decir esto vuelve a reír y su sonrisa se mezcla con el llanto.

Con velo y corona

Y lo raro de esto es que, con Ana hay que casarse con todas las de la ley. “Te puedo contar que la primera condición que pongo es que quiero mi boda bonita, y todos me han complacido. También les digo que lo mío es trabajar para ganarme mi dinero y el de mis hijos, no me caso para que mantengan ni para que otro hombre cargue con hijos ajenos. Soy muy respetuosa, es más, cuando he tenido maridos con hijos de otras relaciones, los trato como si fueran míos, al punto de que aun después de separados, seguimos en contacto”. Su sinceridad se puede advertir en sus palabras.

La protagonista de esta historia, cree en la vida en pareja. La primera vez que contrajo nupcias, tenía 19 años, tuvo un hijo y duró cinco años casada. Al año y ocho meses de divorciada, volvió al Registro Civil, tuvo una hija y a los tres años se divorció. Luego se casó con “el amor de mi vida”. Se refiere al que falleció y con quien tuvo una niña. Al quedar viuda apuesta a un cuarto matrimonio, salió embarazada enseguida, y estando parida de su cuarto hijo, se separó. Fue su matrimonio más corto. Antes del año ya caminaba hacia el altar del brazo de su quinta pareja. Duraron dos años y medio de casados y tuvieron un hijo. Con su sexto marido duró un año y nueve meses y concibió una niña. Luego conoció a su séptima pareja, con quien lleva unos tres años de casada y tienen un niño, que según dice, es el último porque ya la “fábrica cerró”.

Para la protagonista de este relato, es importante que sus hijos conozcan su proceder.Istock

“Es mejor casarse mil veces que vivir un infierno con una persona agresiva o rezagada”

“Aunque no lo creas, esta mujer que tú ves bien arreglada, que siempre anda con su tire, ha cargado hasta block, porque yo he trabajado toda mi vida, no vengo de una familia rica, pero sí de principios y valores”. Esto le infla el pecho de orgullo a la mujer que llegó a LISTÍN DIARIO con un pantalón blanco, blusa rosada y muy bien presentada.

Desde los 13 años supo lo que era el amor al trabajo. “Yo ayudaba a mi mamá a vender en un colmadito que teníamos, mientras mi papá trabajaba de chofer en una ferretería, porque crecí en un barrio pobre y realmente, la cosa no estaba buena. Entré a la universidad a los 17 años, porque siempre fui despierta, pero a los 19 me casé, con velo y corona, y comprometida en seguir la carrera”.

Así lo hizo y continuó estudiando. Volvió a parar la carrera porque nació su primer hijo. Siguió ese ritmo hasta que pudo convertirse en profesional cuando cumplió 31 años. Se graduó de licenciada en Mercadeo porque siempre le ha gusto esa área.

No tolera la agresión

“A mis amigas se los digo y aprovecho esta entrevista para decirles a todas esas mujeres que la lean, que no se aferren a ninguna relación, ni por amor, porque el amor propio es el más importante; ni por dinero, porque tenemos dos manos para trabajar; ni por el que dirán, porque la gente no te mantiene. Si ves que algo no funciona, suéltalo, que en el camino hay mejores flores y mejores olores”. Con estas sabias palabras da por sentado que cuando ha visto que las cosas no andan bien en una relación, ha sabido apartarse sin temor.

En su cuarto matrimonio hubo violencia y no permitió que tomara cuerpo. “Un día se paró de la mesa con una ira que hasta tiró la silla. Me quedé tranquila, yo parida prácticamente, y le dije, es la primera y última vez que usted hace eso en esta casa. Hasta aquí llegamos. Pidió perdón y le dije que sí, que no pasaba nada, pero que se acabó, porque si eso es a la silla que no le había hecho nada, imagínate si es a mí que me agarra y me hace eso... Con la paz de mi hogar y de mis hijos, no”. A los dos meses estaban divorciados.

Por esa razón es que Ana insiste en que no se casa por dinero con nadie, porque quien va por lo económico a una relación, a veces se ve en la obligación de aguantar. “Yo ni mantengo hombres ni vivo de hombres. Vivo de una relación bonita, de respeto, sana, basada en la comunicación y la comprensión, pero jamás en la agresión”. Habla con firmeza.

La familia es vital en su vida

“Donde yo voy van mis hijos. Puede que tengan un papá distinto, pero su mamá soy yo y no los dejo en parte. Los hombres van y vienen, pero los hijos son únicos, al igual que la familia en sí. Eso es vital en mi vida”. Lo va expresando y sus gestos confirman lo dicho.

“Ufff, estoy hasta sudando con todo y aire, mírame la blusa”. Se observa y se sonríe para luego decir: “Es que nunca había hablado de este tema, sólo he lidiado con la gente que habla de mí porque llevo siete matrimonios, pero es para ponerla en su sitio, porque no me meto con nadie para que nadie se meta conmigo”. Se echa aire con las manos en el rostro para apaciguar la temperatura que sus emociones alzaron.

Ana admite que tres de los padres de sus hijos responden por ellos. Uno falleció, como ya dijo, y hay dos que nunca le han dado ni para la leche cuando eran pequeños. Su actual esposo es muy responsable y también se preocupa por los demás hijos de ella. “Bueno, mi hijo mayor, que ya tiene 18 años, trabaja con él en su negocio, y cuando termina de laborar, mi esposo lo manda a la universidad o le pide su taxi para que no falte. Yo le agradezco inmensamente por esto, pero asumo todo compromiso de mis hijos”. Habla como una madre entregada.

Para la protagonista de este relato, es importante también que sus hijos conozcan su proceder y, por eso siempre, según la edad, les ha explicado el porqué de sus tantas relaciones. “Les digo que creo en el amor, que es importante que nos hagamos acompañar siempre por alguien que nos respete y que nos ame. Lo que cuenta para mí, es que mis hijos más grandes, que ya tienen consciencia de la vida, me admiran, me obedecen, y me ven como una buena madre, no me juzgan por ser una mujer que se ha casado siete veces. Ellos saben que creo en la vida en pareja y no le aguanta disparate a nadie”, concluye muy orgullosa.