historias de la vida

Tobolín: “En la vida de un payaso no todo es risa”

Debajo de su colorido traje, Oscar D’ Jesús Álvarez ha sabido lo que es llorar y sufrir por diversos motivos, pero el que más lo ha conmovido es la muerte de su madre. Se enteró de la noticia justo cuando se preparaba para un show.

Tanto en el país como fuera de aquí, Tobolín se ha ganado el cariño y el respeto de la comunidad de payasos y de su público.

Tanto en el país como fuera de aquí, Tobolín se ha ganado el cariño y el respeto de la comunidad de payasos y de su público.

Con varios reconocimientos en sus manos y una amplia sonrisa, Oscar D’ Jesús Álvarez llegó a LISTÍN DIARIO. No había forma de darse cuenta que se trataba de Tobolín, un payaso que tiene 34 años llevando alegría a un amplio grupo de niños y niñas del país. Andaba de “civil” y como tal, contó su historia.

“Ser payaso es el trabajo más serio que me ha tocado hacer en la vida. Si volviera a nacer, lo escogería de nuevo sin dudarlo ni un segundo. Puedo pasar un día completo como payaso”. Al mostrar la satisfacción que siente de lo que hace, también menciona un dato curioso: “Llegué a este mundo tan maravilloso sin darme cuenta. Nunca imaginé vivir de este oficio”. Se enorgullece.

¿Pero es todo alegría en la vida de quien lleva 34 años haciendo reír? “Claro que no”, respondió rápidamente para añadir de inmediato: “¡Ay, tú me vas a poner a llorar!”. No terminó bien la frase cuando ya su llanto era una realidad. Tapó su cara con las manos y no podía seguir hablando. El fotógrafo captó el momento.

Oscar se repone y cuenta qué motivó sus lágrimas. “Me han pasado muchas cosas que me han hecho llorar aun cuando he tenido que reír y hacer reír, pero lo más grande que me ha pasado fue cuando murió mi madre, doña Marcia, como yo le decía. Fue muy temprano. Recuerdo que me estaba preparando para ir a un show en un colegio, y cuando supe la noticia…”. Irrumpe en llanto, porque según lo decía una y otra vez, “esa mujer era el amor de mi vida”.

“Llegué a este mundo tan maravilloso sin darme cuenta. Nunca imaginé vivir de este oficio”.

“Llegué a este mundo tan maravilloso sin darme cuenta. Nunca imaginé vivir de este oficio”.Listín Diario

“Me puse muy mal, pero, como estoy claro en que el show debe continuar. Hablé con la persona del colegio que me contrató, y personalmente fui a llevarle a otro payaso y le expliqué lo ocurrido. De ahí fue que me fui a resolver todo lo del funeral y el entierro”. Contar esto le duele y su llanto lo deja saber.

“Vengo de una familia pobre”

Oscar, mejor conocido como Tobolín, también habla de sus carencias. Su padre, don Hipólito Álvarez vendía cualquier fruta que estuviera de temporada. "Lo hacía en un triciclo, y mi hermano mayor y yo ayudábamos, aun siendo pequeños recogíamos toda la basura que, cuando tocaba vender coco, quedaba en el patio”. Su madre también fue una fajadora que vendió carbón, habichuelas blanditas y era costurera. “De hecho, mi primer traje de payaso me lo hizo ella”. Esto lo pone nostálgico.

Aunque nació en el barrio Puerto Rico, de Los Mina, pasó alrededor de cinco años viviendo en Loma de Cabrera, pueblo natal de su padre. “Se dio porque mi papá, después del ciclón David, que no había nada que hacer de trabajo, tuvo que irse para allá a negociar con una persona que se ofreció ayudarlo. Él nos dejó aquí y venía a vernos, después se fue mi mamá y a nosotros nos llevaron a pasarnos unas vacaciones y luego volvimos para quedarnos”. En ese momento la economía de la familia había mejorado.

Eso sí, un mal día, que don Hipólito salió a la capital junto a doña Marcia para arreglar una camioneta que tenía, cuando iba de regreso a Loma de Cabrera, por Bonao, tuvo un accidente y falleció. La madre de Oscar estuvo en coma, pero afortunadamente se salvó. Cuando sucedió la tragedia, él tenía como 12 o 13 años, no recuerda con exactitud. Se enteraron por un telegrama que enviaron al pueblo, y ellos no lo podía creer.

“Siendo un niño tuve que fajarme a trabajar y ayudar en la tienda que ya tenía mi papá, pero ya no era lo mismo. Un día, mi mamá, ya recuperada, decidió volver a vivir a la capital”. Con la mudanza también llegó el retroceso. Tuvieron que “guayar” mucho la yuca para mantenerse firmes.

Ya un poco más grande, trabaja en una floristería para ayudar a su familia a mantenerse. Recuerda que, de los 35 pesos que ganaba, sólo le quedaban 15. Los 20 eran para su madre.

Para Tobolín ser payaso es la misión más hermosa que le ha tocado en la vida

“Señor ayúdame a crear más risas y borrar lágrimas”, es una de las frases que está contemplada en la ‘Oración del Payaso’. Con ella es que se identifica Oscar D’ Jesús Álvarez, mejor conocido como Tobolín. Para él, saber llegarle a su público con decencia, mucho cuidado y respeto es lo primordial para ayudar a transformar tristezas en alegrías.

“La gente cree que ser payaso es sólo pintarse la cara, ponerse una peluca, un traje vistoso y unos zapatos enormes, y comenzar a hacer chistes y dinámicas. No es así, es algo mucho más complejo. Hay que tener sensibilidad, solidaridad, respeto y en fin, muy buenos valores y principios. Trabajar con la población infantil requiere de delicadeza y eso no se negocia”. Por tener este concepto claro es que Oscar tiene 34 años siendo Tobolín.

Lo que un día hizo ante la petición de una persona con la que trabajaba en una floristería, se convirtió en la misión más hermosa que le ha tocado en la vida. “No tenía ni idea de que podía dedicarme a este oficio, aunque vengo de una familia a la que le gusta el arte, (mi hermana Berenice fue cantante de Las Chicas del País). Así que, un día, yo trabajando en una floristería, me dice una compañera: ‘el sábado cumple años mi hijo y quiero que tú seas el payaso’. ¿Yo? Le pregunté asombrado. ‘Sí, porque eres muy chistoso’. Acepté y le dije que me sacara el permiso con el jefe, que era tío del cumpleañero. Me lo dieron. Me pinté con crema blanca, de esas que se usan para la cara, me puse pintalabios y cogí para el cumpleaños. Me fue tan bien que ahí mismo conseguí otra clienta”. Se ríe y lo recuerda con evidente emoción.

La persona que se interesó en sus servicios le preguntó que cuánto cobraba y él no tenía ni remota idea. “Yo no sabía qué decirle, y finalmente quedamos en que me pagaría 15 pesos”. Se alegró por esa entrada extra que recibiría porque le ayudaría a darle algo más a su doña Marcia. Oscar nunca imaginó que ese ‘contrato’ sería el primero de los muchos que ha conseguido a lo largo de los 34 años que tiene siendo Tobolín. Sobre el origen del nombre, habla con una “payasada". "Viene de tobogán y, como casi todos los nombres de payasos terminan en in, pues lo mezclé". Se ríe.

Su trabajo le ha enseñado a ser más sensible y más humano.

Su trabajo le ha enseñado a ser más sensible y más humano.

Todos sus sobrinos le dicen papá porque, aunque es el penúltimo de los cinco hijos de don Hipólito y doña Marcia, todos le tienen mucho respeto y confianza. “Todos me consultan cuando tienen un proyecto o algo, y esperan que yo diga sí o no para actuar”. También los trata como a sus hijos, pese a que biológicamente, sólo tiene a su hija ‘Tobolina’. Tiene otro de crianza.

Fuera de los ‘shows’

Pero el trabajo de este hombre que ha llevado alegría a miles de dominicanos, no termina cuando se lava la cara y se quita la ropa de payaso. Ahí, en realidad comienza otro tipo de labor. Es la solidaria, la que lo lleva a ir en ayuda de personas enfermas y con necesidades de diversas índoles. “Es increíble, pero hasta a mí llegan casos que no te lo puedes imaginar. Trato de resolverlos y acudo a gente que cree en mí y que me socorren para darles respuestas a esas personas necesitadas”. En sus estados de whatsapp pueden verse publicaciones que evidencian su altruismo.

Satisfacción

“Me alegra tanto cuando voy a una actividad y veo que la personita del festejo es hija o hijo de alguien a quien también le animé su cumpleaños. Eso no tiene precio. Una porque eso quiere decir que hice bien mi trabajo y me recuerdan, y otra porque se trata de una nueva generación, lo cual dice que ya tengo mucho tiempo en este trabajo que tanto me apasiona. Puedo pasar un día entero trabajando como payaso y no me canso”. Es obvia su alegría al dar este testimonio.

Reconocimientos

Tanto en el país como fuera de aquí, Tobolín se ha ganado el cariño y el respeto de la comunidad de payasos y de su público. Ha paseado su arte y talento por diversos países de América Latina y Estados Unidos donde no sólo ha ido a actuar, sino a formarse y a capacitarse en las últimas tendencias para desarrollar cada vez mejor lo que sabe hacer: un payaso serio y feliz.

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