Folcloreando

Convivencia en armonía

Hace unos días fui a un banco y el “guachimán” me habló mal y pensé que quizás no le pagan bien o el dinero no le da, o peor, que el hombre llega tarde por el pluriempleo o su pareja no para en la casa.

XIOMARITA PÉREZ

XIOMARITA PÉREZArchivo LD

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Xiomarita PérezSanto Domingo, RD

Hace un tiempo vengo observando el poderío que tienen los vigilantes y seguridad, principalmente de empresas bancarias, respecto al tratamiento que les dan a los usuarios o clientes, como si fuera un favor que nos están haciendo. Se notó más cuando el uso de las mascarillas, en vista de que no estábamos acostumbrados y muchas veces las teníamos a mitad de la nariz.

Esos empleados, que más bien pertenecen a compañías de seguridad, estaban estresados, agotados y les hablaban muy mal a los que iban a realizar algunas transacciones. Fue un caos porque, además, en una mascarilla se puede esconder un delincuente. En ocasiones me colocaba en el lugar del seguridad, que quizás ese día no tenía dinero para dejarle la leche al muchacho, pero otras veces me colocaba en el de la persona que se sofocaba con esa mascarilla porque tenía asma alérgica.

También está prohibido hablar por el celular, sin embargo, permiten “textear”, que es peor.

Hace unos días fui a un banco y el “guachimán” me habló mal y pensé que quizás no le pagan bien o el dinero no le da, o peor, que el hombre llega tarde por el pluriempleo o su pareja no para en la casa. Lo mismo sucede con las enfermeras, que tienen dos trabajos, se trasnochan y hay que estar alerta, porque el nombre de un medicamento se le puede extraviar y quien se perjudica es el paciente.

Y me pregunto: ¿A esos empleados les imparten cursos de relaciones humanas, devengan un sueldo con el que puedan resolver las necesidades de su familia, son a los que les dan de baja en los estamentos castrenses o de la Policía o es que les bajan línea?

¿Existe una manera en que puedan tratarnos como seres humanos como ellos también se merecen?

Ojalá que este contenido sirva de reflexión y que todos nos beneficiemos de una convivencia en armonía.

¡Salud!

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