SALUD MENTAL

Heridas emocionales: haz las paces

Los dolores emocionales del pasado influyen en el desempeño profesional y en nuestras relaciones personales.

Cuando hay heridas que no podemos trabajar nosotros mismos, precisamos un acompañamiento de una persona calificada, es un tema de salud mental.

Cuando hay heridas que no podemos trabajar nosotros mismos, precisamos un acompañamiento de una persona calificada. Es un tema de salud mental.iStock

¿Qué dolor cargas desde que tienes conciencia? ¿Sabías que el dolor emocional duele tanto como el físico? ¿Qué efecto tienen en tu vida actual esas heridas infantiles que cargas en tus espaldas? ¿Qué guardas de tu pasado provocando malestar, dependencia de otras personas, culpabilidad y desesperanza? ¿Qué pasa contigo que muchas veces estás a la defensiva o, por el contrario, ofendes deliberadamente? ¿Permites que te maltraten, humillen o pateen? ¿Sientes que eres inútil, te sientes menos o demasiado? ¿Sientes que no mereces o no puedes? ¿Qué ocurre en tu interior cuando saboteas tus relaciones si se tornan cercanas? ¿Te preocupa profundamente que te dejen? ¿El miedo a no ser aceptado, al rechazo, hace que asumas poses de camaleón? ¿Te sientes miserable, no te sientes a gusto con la persona que eres o representas?

Somos un cúmulo de historias y lesiones andantes interactuando unos con otros, aplausos y heridas nos impactan a lo largo de la línea del tiempo. Las lesiones se van adquiriendo, naturalmente, primero por las figuras parentales que tuvimos. Heridas infantiles guardadas en el subconsciente pueden permanecer ahí, soterradas hasta que emergen en cualquier momento, si sentiste rechazo con frases como “Niño, estás loco”, “¿Tú no piensas? ¿Eres bruto?”, “Vete de ahí, los niños no están donde están los grandes”, “Los niños hablan cuando las gallinas...”, “Cantas mal, eres insoportable”, “No haces nada bien” y otras descalificaciones, agresiones físicas o verbales. Las heridas pueden originadas también por la indiferencia, padres con exceso de trabajo, actividades sociales u otras amistades o simplemente, no te percibiste atendido, no te miraron a los ojos. Algunas decepciones por una respuesta desleal de parte de personas en que confiamos, promesas no cumplidas. Engaños. Percibiste que no eras importante o suficiente.

¿Cómo influyen estas heridas en el adulto? Dependientes emocionales, perpetradores, antisociales, rebeldes, sumisos, salvadores, todos tienen una justificación en su historia, no obstante, sanarlas y utilizarlas como crecimiento es una elección sabia para tu propio bienestar. Estos eventos, ¿lo convertimos en drama, elegimos que victimizarnos o los convertimos vectores que nos lanzan hacia la superación de nuestros propios límites?

Los dolores emocionales del pasado influyen en el desempeño profesional, y en nuestras relaciones personales. Todos, sin excepción, hemos estado expuestos. A esas heridas le debemos lo que somos hoy. Superadas o no, fuimos educados por seres que también fueron lastimados. Ahora tenemos la posibilidad de elegir dejar de rumiar lo acontecido y transformarnos. Lo pasado, pisado. Desde el amor y el agradecimiento, bendecir al vehículo mediante el cual estamos presentes, nuestros padres, y otras personas que nos lastimaron incluyéndonos a nosotros mismos, vernos desde la misericordia y compasión, perdonar y sanar.

Cuando hay heridas que no podemos trabajar nosotros mismos, precisamos un acompañamiento de una persona calificada, es un tema de salud mental. Caminar ligeros de equipaje nos ayuda a buscar el mayor bien para todos, seguir en la línea del tiempo construyendo cada día, un futuro sano, alegría y gozo.

“El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman” (Carl Gustav Jung).

Procuremos que cada encuentro sea digno.

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