La Vida

HISTORIA

Yudelka Delgadillo, ejemplo de fortaleza y compromiso

La mujer de 65 años, que trabajó en el magisterio por más de tres décadas, perdió a dos hijos y hoy enfrenta el infortunio de ver su casa deteriorada a causa de un incendio.

Yudelka DelgadilloJorge Martínez

Yudelka Delgadillo es una mujer de 65 años que ha tomado de la mano su fe para enfrentar las adversidades que le ha puesto la vida. Maestra jubilada, que contribuyó a la educación de muchos niños dominicanos por más de 30 años, ha vivido situaciones que le han hecho tambalear el corazón, pero no pierde su calidez y bondad.

Delgadillo, como cariñosamente la llaman sus estudiantes y colegas, llegó al Listín Diario por otros motivos, pero al conocer su realidad, periodistas de este medio decidieron contar su historia.

La madrugada del domingo 15 de enero de 2023, el dolor tocó su puerta cuando las llamas arroparon su hogar. En la casa de al lado se produjo un corto circuito que inició un fuego el cual se extendió a su morada. Ella pudo percatarse con rapidez debido a que desde que murieron sus hijos no logra dormir bien.

Delgadillo en su casa, luego de que fuera afectada por el fuego.Jorge Martínez

De inmediato abrió las ventanas, pero ya el fuego estaba muy avanzado, así que levantó a su familia y salieron corriendo a la calle. Lastimosamente perdieron todo. Recuerda con dolor cómo murieron dos perritos que tenía en la parte trasera de la casa, pues no pudieron salir.

“Yo perdí todo lo mío, aquí no quedó ni siquiera una tacita para beber café”, recordó con nostalgia mientras mostraba unas fotografías de su casa previo al incendio. En días anteriores, periodistas de este medio visitaron su casa. Se percataron de que las paredes aún se encontraban tintadas de negro y dentro de los pasillos se percibía el olor a humo. No tiene muebles en la casa, apenas un par de colchones y sillas plásticas. Todavía no tiene electricidad, inclusive uno de sus nietos se encontraba en la habitación a oscuras haciendo tareas alumbrándose con la linterna de un celular.

Su casa está en el segundo nivel y la de su hija, Ana Jessica, que queda justo debajo, también fue afectada por el fuego aunque en menor proporción.

Aunque viven alquilados, es lo único que tienen actualmente, ya que el dinero no les alcanza para mudarse a otro lugar. El dueño de la vivienda les dijo que estaría realizando reparaciones, pero su condición de salud se lo impide.

Esta maestra, que le entregó treinta años a la educación dominicana, pide auxilio al Gobierno para que le proporcionen un techo donde pueda vivir con condiciones adecuadas junto a su esposo. Pide un hogar para vivir su jubilación dignamente y heredarlo a sus descendientes.

Su casa está en el segundo nivel y la de su hija, Ana Jessica, que queda justo debajo, también fue afectada por el fuego aunque en menor proporción.Jorge Martínez

Perdió a dos de sus tres hijos, Héctor y Avelino, en el 2019 y cada vez que habla de ello se le quiebra la voz. El primero fue asesinado llegando a su hogar y el segundo murió en un accidente, “deprimido” por la muerte de su hermano.

“Lo más grande en el mundo es una madre perder sus hijos, eso es una cosa que no tiene comparación”, expresó mientras lloraba desconsolada. Le costaba articular palabras, era evidente el dolor que sentía al hablar de sus hijos.

“Dos hijos valiosos, muchachos serios, honestos y trabajadores”, así los describió.

Comentó que, a raíz de esto, quedó con la tutela de las hijas de ellos, pero el año pasado enfrentó una crisis nerviosa que la puso en manos de siquiatras temporalmente, por lo que tuvo que enviar a las niñas con sus madres. Aun así ha sido cabeza del hogar junto a su esposo Avelino, quien aún enfermo, se levanta a trabajar por su familia. Es taxista.

Uno de los nietos de Delgadillo hace tareas alumbrándose con la linterna de un celular.Jorge Martínez

Origen

Nació en Loma de Cabrera y decidió mudarse a la capital en busca de mayores oportunidades. Recordó las vicisitudes que enfrentó cuando tuvo que trasladarse sola a Santo domingo, y dejar a sus hijos pequeños y a su esposo mientras “venía a aventurar” en busca de mejor calidad de vida.

Durmió tres días en el parque Enriquillo, porque no había en la ciudad nadie que la acogiera. Contó que al tercer día que le tocó dormir en esa banca, le pidió a Dios que la ayudara a salir de allí.

Una profesora la ayudó, y la llevó al distrito escolar y le regaló una falda para que pudiera ir. Allí le dieron su primer empleo en la Escuela República de Chile donde impartió docencia hasta su jubilación.

Luego pudo traer a su familia junto a ella y formaron juntos un hogar, en esa casa en la que han vivido más de 25 años y de la cual hoy solo quedan los destellos.

Delgadillo continuó su educación superior y se graduó como licenciada en Educación mención Letras en la Universidad Nacional Evangélica (UNEV), donde trabajó por 14 años, pero cuando sus hijos murieron no se sintió emocionalmente lista para seguir trabajando.

Su vocación de maestra

“No he dejado de alfabetizar”, expresó. Siguió usando su don de la enseñanza enseña a sus nietos a leer y escribir.

Asimismo, habló de cómo se comprometía con sus estudiantes para que “en tres meses” estuvieran alfabetizados. Manifestó su creencia en el potencial que tiene las personas para aprender.

“No digan que no hay niños que no aprenden, los niños aprenden, pero usted como maestra dueña de su curso tiene que usar todas las estrategias para que ese niño pueda entender y comprender, porque no hay niño bruto”, manifestó.

Sabía cuando un niño necesitaba ayuda extra, porque había conflictos en su casa u otro factor externo que le impedía concentrarse, por lo que se mantenía pendiente de ellos para que no perdieran el “hilo” y pudieran seguir aprendiendo.

En la casa siniestrada Delgadillo y su familia han vivido por más de 25 años.Jorge Martínez

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