CIENCIA

Ashley Morales: “Todo el mundo debe tener la oportunidad de educarse”

La ingeniera geotécnica de terremotos, que de niña quería ser presidenta, es la primera latina en la directiva del Instituto de Investigación de Ingeniería Sísmica de EEUU

Avatar del Listín Diario
Carolina PichardoSanto Domingo, RD

En el ambiente se sentía una vibra de agradecimiento y humildad. Y en los ojos de Ashley Morales Cartagena se veía un reflejo de que en cualquier momento pasarían de brillosos a derramar lágrimas al recordar los largos años de trabajo que la han llevado a ser escogida como la primera latina en la junta directiva, encabezada por 11 miembros, del prestigioso Instituto de Investigación de Ingeniería Sísmica de Estados Unidos (EERI, por sus siglas en inglés), un gran paso tanto para la República Dominicana como para los países de la región, que tendrán una voz en la organización.

“Esto significa que ha valido la pena todo el camino, todo el frío, todos los miedos… Me ayuda a decirle mis hijas, sí se puede”, explicó, visiblemente emocionada.

Ashley se crio en Herrera, Santo Domingo Oeste, donde sus padres la motivaron y apoyaron desde muy pequeña a estudiar todo lo que pudiera. Su tiempo libre era para aprender inglés, francés, italiano, portugués… Porque, según le inculcaron, la educación era la mejor carta de presentación.

“Para poder desarrollarnos como país nuestros niños y niñas tienen que educarse, todo el mundo debe tener la oportunidad de educarse, así nadie va a dudar que puede conseguir una beca e irse lejos a estudiar”, dijo.

Desde adolescente, Ashley tenía la visión de hacer historia, para entonces su sueño era ser presidenta de la República. Pero a los 16 años pensó que la ingeniería era ese elemento importante que podría ayudarla a dejar un legado en construcciones de escuelas, puentes y otras infraestructuras. Años después, tras graduarse de la primera promoción de Ingeniería Civil de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y hacer una maestría en Administración de la Construcción en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), pudo cumplir su sueño de ser becaria Fulbright, un programa de renombre concedido por el gobierno estadounidense a jóvenes que como Ashley buscan impactar positivamente al desarrollo de sus países.

Con esta oportunidad, ella pasó de estudiar en una universidad en el ranking 3,000 del mundo a ser parte de la maestría en Ingeniería Geotécnica de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, una de las instituciones más competitivas y de excelencia educativa en Estados Unidos. Una experiencia que definió como desafiante, pero de ser posible la repetiría. Esos dos años le cambiaron la vida tanto por el aprendizaje académico como por la diversidad de experiencias culturales que pudo vivir.

Ashley nunca planeó quedarse fuera del país, quería regresar a su Caribe para convertirse en maestra en la PUCMM, institución que la vio crecer, y donde también fungió como directora de la Escuela de Ingeniería Civil y Ambiental.

Años de trabajo y colaboración con el EERI la llevaron a ser tomada en cuenta por la expresidenta de la organización, Laurie Johnson, quien la nominó como miembro de la junta directiva, posición que fue confirmada a finales de 2022. Ahora la ingeniera, también especializada en gestión de riesgos de desastres, pretende en esta junta directiva “fortalecer las relaciones con Latinoamérica y el Caribe, y hacer crecer la masa de latinoamericanos presentes en la organización”.

Fue subestimada Mientras Ashley iba escalando, hubo gente que se la “puso difícil” y dudaba de su capacidad para estar en esas posiciones, por ser mujer. “Yo le quiero decir a esas mujeres que no se dejen intimidar, que cuando alguien intente humillarlas recuerden que hay un Dios en el cielo y su trabajo les va a enaltecer”, dijo.

Mujeres en la Ingeniería Ashley está consciente de lo desafiante que podría ser como mujer dedicarse a la ingeniería. Por lo tanto creó una organización sin fines de lucro llamada “Mujeres en la Ingeniería”, un proyecto que busca que ingenieras jóvenes tengan un espacio de apoyo. Lo que nació como un grupo de WhatsApp en medio de la pandemia ahora es una comunidad de más de 300 miembros.