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FÁBULAS EN ALTA VOZ

¡Apareció la niña!

Marta Quéliz

Marta Quéliz

La mañana de ayer, Tomás Aquino me arregló el día. Me había despertado con la tristeza de saber que seguía perdida la niña que se “desapareció” de la Maternidad San Lorenzo de Los Mina, hasta que él llegó a la Redacción y dio la buena noticia: ¡Apareció la niña! No se tenían los datos claros, pero sí la alegría de saber que su madre Gerali Payno se reencontraría con su bebé. Queda también la satisfacción del apoyo mostrado por parte de la población a una familia que desde el sábado 21 de este mes de enero, ha llorado desconsolada por la desaparición.

Ha habido otros casos

Es cierto que en otras ocasiones han pasado cosas similares, pero con pronta respuesta, pero el caso de ahora, ha llamado la atención por la poca vigilancia y falta de control mostrado en el centro médico. Fue a una “enfermera fantasma” a quien se le ha nombrado como la autora del secuestro de la recién nacida. Ante esta situación no esclarecida aun, decidí viajar a una ciudad fabulosa donde es sagrada la vida de los niños y las niñas. Nadie, absolutamente nadie, puede jugar con su bienestar. Deben estar bajo los cuidados de sus padres, de manera especial, de su madre, que es la que lacta. Allí todos mantienen un respecto por los infantes, al punto de que son tratados como si fueran familia aun no se conozcan.

Se paga con creces

En la ciudad fabulosa donde me fui para escapar del mal sabor que deja saber que hay adultos que dañan a una criatura recién nacida, es imperdonable poner en riesgo la integridad física y emocional de un bebé, y causar incertidumbre a una familia que minuto a minuto ve desvanecerse la esperanza de encontrar con vida a su niña o niño. En este lugar, no hay cabida para este tipo de atrocidad y, en caso de que suceda, se paga con crece por tratarse de un ser humano indefenso. La pena va más allá de poner a los culpables tras las rejas. Porque atentar contra la salud y vida de un infante es lo más grave que pueda cometer un ciudadano o ciudadana.

Regreso feliz

Quería seguir en esa ciudad fabulosa viendo el trato diáfano que se le dispensa a los niños y a las niñas, y viendo cómo las autoridades custodian la infancia para evitar los daños antes de que sucedan, no buscarle soluciones después que pasan. Pero, pese a que aquí no hay prevención con respecto a esto, en esta oportunidad regresé feliz, pues ¡por fin apareció la niña! La presión social ayudó, la solidaridad de la población, aun sin conocer a la familia se puso de manifiesto, y eso es ganancia para que sepan las autoridades de ese y otros centros de salud que, aunque éstos no dispongan de la verdadera seguridad que deben tener, la gente está vigilante y no permitirá ni un caso de más.

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