La fiesta de las velitas

Hay una fiesta muy atractiva y simpática que se celebra en Colombia, la noche víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción, es decir en la noche del 7 de diciembre. Esta festividad consiste en prender innumerables velas por doquier. Las calles son invadidas por coquetas velitas encendidas, lo mismo los parques y plazas, ni que decir de las casas, en donde las velitas se colocan en sala, comedor, cocina, aposentos, jardines y patios. En fin, que las ciudades se ven invadidas por estas pequeñas lucecitas y todo en homenaje a la madre de Dios. Anteriormente se utilizaba pólvora para animar la velada, ahora está prohibida y solo se escucha música navideña. Esta fiesta es el arranque formal de las festividades de la temporada, naturalmente que está acompañada de una cena temprana con las delicias propias del mes decembrino.

A Emma le ha encantado esta fiesta y quiere instituirla entre nosotros, no ha hecho caso a mis reflexiones de que se trata de un festejo propio de otro país, desconocido en nuestro medio. Ella ha hecho oídos sordos a todo esto, replicándome que el Halloween y el Día de Acción de Gracias también son extranjeros y, sin embargo, se celebran en muchos sitios de nuestro país. Para coronar su defensa finalizó triunfante, recordándome que Santa Claus es muy extranjero y se ha dominicanizado por completo…

Ante esa defensa, no tuve más remedio que permitir que mi casa y mi patio se vieran invadidos por un ejército de velitas encendidas, en tanto Emma ponía canciones de Navidad y brindaba una sabrosa picadera a los vecinos que acudieron curiosos a contemplar esa brillante celebración.