Los animales resultan claves en la restauración de bosques degradados
Los animales actúan como un poderoso motor de la recuperación de los bosques, en gran medida ignorado, y pueden restablecer rápidamente la diversidad de plantas en zonas degradadas.
Una nueva investigación liderada por el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal examinó una serie de bosques en regeneración en el centro de Panamá que abarcaban desde 20 hasta 100 años después del abandono. Este conjunto único de datos a largo plazo reveló que los animales, al transportar una gran variedad de semillas a las zonas deforestadas, son la clave de la recuperación de la riqueza y la abundancia de especies arbóreas hasta alcanzar los niveles de los bosques antiguos después de sólo 40 a 70 años de repoblación.
"Los animales son nuestros mejores aliados en la reforestación", afirma en un comunicado Daisy Dent, ecóloga tropical del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y autora principal del estudio. "Nuestro estudio hace que los esfuerzos de reforestación se replanteen para ir más allá del establecimiento de comunidades vegetales". El informe también señala que situar los bosques en regeneración cerca de parches de crecimiento antiguo, y reducir la caza, anima a los animales a colonizar y establecerse.
"Demostramos que tener en cuenta el ecosistema en general, así como las características del paisaje, mejora los esfuerzos de restauración", afirma Sergio Estrada-Villegas, biólogo que actualmente trabaja en la Universidad del Rosario (Bogotá, Colombia) y primer autor del estudio.
La dispersión de semillas por parte de los animales es clave para la expansión de los bosques. En los trópicos, más del 80% de las especies arbóreas pueden ser dispersadas por los animales, que transportan las semillas por todo el paisaje. A pesar de ello, los esfuerzos de restauración de los bosques siguen centrándose en aumentar la cobertura arbórea en lugar de restablecer las interacciones entre animales y plantas que sustentan la función del ecosistema.
"Descubrir cómo contribuyen los animales a la reforestación es muy difícil porque se necesita información detallada sobre qué animales comen, qué plantas", dice Estrada-Villegas.
El bosque del Monumento Natural de Barro Colorado, en el Canal de Panamá, ofrece una solución única a este problema. En uno de los bosques tropicales mejor estudiados del mundo, generaciones de científicos han documentado las interacciones de los frugívoros para entender qué grupos de animales dispersan qué especies de árboles.
En el presente estudio, el equipo dirigido por Estrada-Villegas y Dent examinó este conjunto de datos único a largo plazo para determinar la proporción de plantas dispersadas por cuatro grupos de animales -mamíferos no voladores, aves grandes, aves pequeñas y murciélagos- y cómo cambió esta proporción a lo largo de un siglo de restauración natural. Sus resultados ofrecen los datos más detallados sobre la recuperación de la dispersión de semillas por parte de los animales a lo largo del periodo más largo de restauración natural.
"La mayoría de los estudios examinan los primeros 30 años de la sucesión, pero nuestros datos, que abarcan 100 años, nos permiten echar un vistazo a lo que ocurre en la última fase de la restauración", dice Dent.
El estudio descubrió que los bosques jóvenes en regeneración estaban formados principalmente por árboles dispersados por pequeñas aves. Pero a medida que el bosque envejecía, aumentaban los árboles dispersados por aves más grandes. Sin embargo, sorprendentemente, la mayoría de las plantas fueron dispersadas por mamíferos terrestres en todas las edades de los bosques, desde los 20 años hasta los más viejos.
"Este resultado es bastante inusual en los bosques en regeneración post-agrícola", dice Dent. "Es probable que la presencia de grandes extensiones de bosques conservados cerca de nuestros rodales secundarios, junto con la escasa caza, haya permitido que las poblaciones de mamíferos prosperen y traigan una afluencia de semillas de las parcelas vecinas".