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HISTORIAS DE LA VIDA

Eddy Gómez: “Intenté suicidarme, pero elegí triunfar”

El asesor de imagen e influencer no oculta esta parte oscura de su vida, como tampoco las muchas veces en las que tuvo que escoger entre comer o pagar un pasaje. Su abuela María ha sido su fortaleza y por ella, hoy el éxito está de su lado.

Eddy Gómez es asesor de imagen e influencer.

Eddy Gómez es asesor de imagen e influencer.

A las 9:30 estaba pautada la visita de Eddy Gómez al LISTÍN DIARIO. Tres minutos antes ya esperaba en la Recepción, y desde ahí dejó que sus acciones hablaran de su puntualidad. Vestido de punta en blanco, con un ‘oufit’ muy a su estilo, su pelo suelto y su andar coqueto entró a la Redacción y a su paso dejó eufóricas a las chicas que le siguen en sus redes. Él ni cuenta se dio. Seguro hoy se entera.

Se sentó dispuesto a contarlo todo, y así lo hizo. Eso sí, no bien comenzó a relatar su historia cuando el espacio fue invadido por Enriquillo que, se apresuró a grabar a quien volvió “locas” a la nueva camada de periodistas de este diario. Aunque es una figura conocida, su historia detrás del éxito, estaba en el anonimato.

Ya consciente de que lo que dijera no solo iba a reposar en los apuntes de una libreta, Eddy Junior Gómez Rodríguez se acomodó y mantuvo buena compostura para el video. Le salió genuina. “Yo nací aquí en Santo Domingo, en Los Frailes, con pocos meses, mi mamá me llevó a vivir con ella a Bélgica hasta los ocho años. Luego me lleva a Nueva York con mi padre, y ahí comenzó mi vida a tomar su rumbo”. Lo cuenta con lujo de detalles.

Asegurándose siempre de que su cabello se mantuviera “a raya”, continúa su historia: “Ya como a las 12 años, ellos se divorcian, me traen a vivir al país con mi abuela María, y todo marcha bien, salvo mi forma distinta de ser, muy delicado, muy dispuesto a lograr lo que quería aun siendo pequeño, así fui creciendo hasta que quise estudiar en un politécnico. Ahí el trato que recibí fue desastroso”. Al decir esto admite que fue víctima de ‘bullying’, pero curiosamente, no por parte de sus compañeros, sino de profesores, personal directivo y hasta de la psicóloga del centro.

“Todo lo que yo hacía molestaba, nunca me dieron la razón en nada, aun siendo yo un excelente estudiante, muy creativo y una persona dispuesta a lograr todo lo que se propusiera. Pero me la ponían en China y no fue nada agradable esa experiencia, pero no me cambié de centro y me gradué con honores”, dice satisfecho y orgulloso de su logro.

Entre dos aguas

La carga emocional que le generaba su realidad se juntó con la soledad que sentía porque ya solo estaba viviendo con una persona que se encargaba de su cuidado. Su abuela María se había enfermado y tuvo que irse a Estados Unidos, donde también residía su papá.

Todo eso iba haciendo mella en la mente de Eddy. “Un día al llegar a su casa, entró a la habitación de su abuela a buscar un arma que era de su abuelo fallecido. Éste era seguridad de la escolta de Hipólito Mejía cuando era presidente. “No la encontré y me fui a mi cuarto con unas pastillas que eran de mi abuela para tomármelas y salir de esa depresión tan grande que se apoderaba de mí”. No llora al contarlo, pero la tristeza encuentra vida en sus ojos.

“Me miro en un espejo de cuerpo entero, y me pregunto: ‘¿Qué quiero para mí?’. No tenía la respuesta clara, y lo cierto es que, desperté al día siguiente en mi cama con las pastillas al lado, y ahí sentí que tenía dos opciones: dejarme llevar por lo que los demás querían de mí o hacer lo que me daba paz. Me di cuenta que pensar en la moda me hacía sentir bien y comencé a prestarle atención a eso”. Fue así en que, entre quitarse la vida y triunfar, escogió la última, y bien que lo ha logrado.

Un ‘estilismo’ ajustado a sus sueños

La frase de Olivier Rousteing, que reza: “Vengo de un orfanato y mira donde estoy!... Quiero demostrar que la moda es para todos”, inspira a Eddy Gómez. Tal vez él no viene del mismo lugar, pero sí ha pasado por muchas, hasta lograr estar en la cúspide que hoy le otorga miles de seguidores en las redes sociales.

Sus diferencias con su madre, “por causa del alcoholismo de ella”, el ausentismo de su padre, radicado en Estados Unidos, el ‘bullying’ sufrido en la escuela, las jugarretas que amenazaron con llevarlo al suicidio, y el escarmiento que le dio su familia por abandonar sus estudios en la carrera de Turismo e ingresar a Chavón a estudiar estilismo han sido más que suficientes como para valorar el buen momento que ahora vive.

Al hablar de su gran despegue hace énfasis en: “No ha sido fácil lograrlo, pero ha valido la pena. Te cuento que cuando entré a la universidad comía muy bien todos los días, iba montado, en fin, mi papá me lo cubría absolutamente todo, hasta que un día le comenté que iba a cambiarme para estudiar estilismo en Chavón. Me dijo: ‘¡Qué bueno! ¿Eso te hace feliz? Pues no me opongo. De ahora en adelante, todo corre por tu cuenta’. Me cortó el agua y la luz”. En esta ocasión se arregla la chaqueta azul marino que lucía y se acomodó para decir: “ahí comenzó lo duro”.

Le pidió un último favor a su papá: que le pagara un vuelo a Bélgica. “Me lo compró, fui a ver a mi mamá y allí tuve la oportunidad de hacer las paces con ella. Durante mi estadía allí, una tía que sabía lo que había pasado, me dijo que alguien necesitaba una persona en una zapatería en Dominicana, que supiera de moda y eso... No le hice mucho caso, pero después mi madre me lo mencionó de nuevo, y acepté el trabajo”. No sabía lo que le esperaba.

Tenía donde vivir, la casa de su abuela María. Eso sí, solo tenía techo. El sueldo no era mucho y para sobrevivir tenía que decidir entre comer o irse a pie de la Winston Churchill hasta la Tiradentes, por ejemplo. “Por suerte me conseguí dos amigas y, de vez en cuando me invitaban a comer algo y a darme un empujoncito en su vehículo”. Aunque pasó las mil y una, esos días eran buenos.

Para colmo, ya hasta el techo seguro que tenía Eddy, comenzaba a peligrar. Un tío se mudó con él a la casa de la abuela, y esto generó su inminente mudanza adonde su abuela Flora. Ya nada le impedía seguir hacia delante.

Las cosas iban cambiando

Al ver sus familiares que el escarmiento ya lleva un año y medio, y Eddy seguía tras sus sueños, decidieron ayudarle, y lo ayudan a capacitarse en el mundo de la moda que, a su juicio “es lo que siempre me ha dado paz”.

Más tarde comienza a conocer gente del medio. Gleisy Feliz le abrió las puertas y de ella aprendió bastante, pero llegó un momento en el que él entendió que debía volar con sus propias alas, lograr comprar un vehículo y tener un mejor estilo de vida.

Con 20 mil pesos ahorrados decide “lanzarse” al ruedo de la moda. Llevaba ventaja porque no era un estilista que quería desempeñarse en esa área porque sí, sino un profesional del sector que nunca ha escatimado esfuerzos en prepararse y ofrecer una asesoría de imagen desde el aspecto psicológico y emocional de cada persona. “Cada quien proyecta lo que tiene por dentro y, es en base a eso que hago mi trabajo, indagando y conociendo la esencia de cada quien”. No solo cita este interesante punto, sino que lo explica y convence con sus conocimientos.

Pero bien, Eddy no se detiene en llegar al camino del triunfo que puso por encima de sus intenciones de suicidarse. Aprovecha cada oportunidad para relacionarse. Eso le permite no solo lograr afianzarse en el trabajo, sino también lograr buenas amistades. Nicola y su madre Fe María son la muestra. Hoy a costillas de su trabajo tiene buen vehículo, casa propia, pero, sobre todo, un nombre que habla de fortaleza y persistencia.

Lo que le hace llorar

Aunque aparenta ser una persona de hierro, como todo ser humano tiene su “talón de Aquiles”.

El nombre de esa debilidad es su abuela María. “Solo de pensar en que ella algún día podría faltarme, me hace llorar, me pone triste. No imagino mi vida sin ella”.

No habla mentira. Sus ojos testificaron que hasta ofrecer el dato lo pone nostálgico.

Eddy en el Listín Diario.  Raúl Asencio / LD

Eddy: Me miro en un espejo de cuerpo entero, y me pregunto: Qué quiero para mí?.

Como todo ser humano, Eddy tiene su talón de Aquiles.  El nombre de esa debilidad es su abuela María.

Eddy en el Listín Diario.  Raúl Asencio / LD

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