MYRIAM RODRÍGUEZ

“He dejado de darme los tratamientos del cáncer para alimentar a los animales”

Myriam es una defensora de los derechos y el bienestar de los animales. © Jorge Luis Martínez / LD

Myriam es una defensora de los derechos y el bienestar de los animales. © Jorge Luis Martínez / LD

El amor por los animales mantiene con vida a la antropóloga dominicana Myriam Rodríguez, presidenta de la fundación Quisqueya en Desarrollo. Lo admite con una sinceridad asombrosa y un aliento inspirador.

Tiene ocho viviendo con cáncer. La metástasis afecta en estos momentos su estómago y médula ósea. Como consecuencia de la metástasis en los huesos, tiene en su cuerpo seis vértebras de titanio, 40 clavos, dos placas y una varilla en la columna vertebral, así como un reemplazo completo en su hombro izquierdo, con todo y manguito rotador. “El cáncer me comió la cabeza del omóplato, la cabeza del húmero y todo el mango rotador, y me lo tuvieron que sustituir. Aparte de eso vivo con parches de lidocaína en las costillas, para aliviar el dolor. Cuando el neurocirujano me abrió dijo que comenzó a creer en Dios, porque yo no debería estar caminando”. El ánimo que la mantiene en pie lo encuentra en la lucha por los derechos de los animales. Por ellos y para ellos Se enteró de la enfermedad prácticamente con el nacimiento de la fundación, en 2014, durante una segunda jornada de mamografías que realizaba la institución en el barrio El Bonito, de San Isidro. “Las mujeres tenían miedo de entrar a la máquina; eran mujeres muy pobres”, recuerda. Así que ella entró de primera, para infundirles ánimo, y se hizo su mamografía. Cuando le entregaron los resultados, faltaban dos, incluyendo el suyo. “Estas dos personas tienen que pasar por la oficina para que el doctor las vea porque tienen un problema –le dijeron-. Cuando voy, me explican que tengo que hacerme una sonomamografía porque salí con un breast 2”. Y ahí comenzó el viacrucis, dice Myriam. Y pese a que continuaba trabajando con la fundación, se deprimió. “Ay, ombe, voy a adoptar un perrito”, se dijo entonces. Aunque también se dedicaba al rescate animal (creció con animales), en ese momento no lo hacía porque acababa de regresar de Argentina. Con la adopción, comenta, y viendo a través de las redes sociales el aumento de la crueldad hacia los animales en el país, comenzó a trabajar por ellos desde la fundación, encargándose de su rescate, de la veterinaria y de darlos en adopción. “Pero veía que tenía que dejarlos mucho tiempo en la veterinaria, porque por ser mestizos no se me adoptaban, y comencé a buscar un lugar para ellos”. Alquiló una casa en Santo Domingo Este “con un patio grandote”, hizo unas casitas para perros, contrató a un personal “y comencé a pedir y a llevar los rescates”, le explica Myriam a LISTÍN DIARIO. Hoy tiene una finca alquilada en la comunidad de Guerra, donde refugia a unos 300 perros. “Estos seres me dan la vida. Mi vida es por ellos y para ellos. No tengo hijos porque comencé con problemas desde muy temprano. Esto me mantiene viva. Si no estuviera en esto de los animales, hace rato estuviera muerta, porque los animales no permiten que me deprima; y es tanta la responsabilidad y es tanto el compromiso que tengo con ellos y la necesidad de buscar los fondos, que me mantengo en pie”, expresa.

Porque no es fácil mantener el refugio con 300 perros, indica Myriam. Solo de comida gasta 40 mil pesos semanales. A los dos empleados que laboran en el refugio les paga Seguridad Social y alimentación (viven en el lugar). La defensora de los animales no cobra por los perros que tiene en el refugio. “No les recibo perros a terceros; los perros que a mí me entregan pasan forma parte de la fundación y yo los cuido”. ¿Cómo mantiene el lugar? “La gente me dona”, responde. “Yo dejo de darme los tratamientos del cáncer para alimentar a los animales. Ahora tengo que hacerme unas biopsias seriadas del estómago, 10 biopsias que hay que enviar a los patólogos, y como tengo que juntar 60 mil pesos de copago, no me las he hecho”. Las analíticas para estos estudios vencen el 27 de este mes, se acongoja un poco Myriam. “Antes de eso tengo que hacerme todo el proceso de la biopsia porque, si no, tengo que volver a hacer todo el proceso de las citas”.

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