Vitamina D, ¡nunca debe faltar!
La carencia de la “vitamina del sol”, así llamada porque nuestro cuerpo la produce naturalmente al exponer la piel a los rayos solares, ha sido relacionada con todo tipo de trastornos
La vitamina D es un nutriente que el cuerpo necesita para fortalecer los huesos y mantenerlos saludables. Sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y neuroprotectoras contribuyen a la salud del sistema inmune, la función muscular y la actividad de las células cerebrales, según la Clínica Mayo (EE. UU.).
Los lapsos de exposición al sol que suelen recomendarse para que el cuerpo produzca naturalmente vitamina D son cortos, y una revisión de estudios sugiere que pueden diferir de la realidad y haber sido sobrestimados, siendo insuficientes, según la doctora María Hernández Bascuñana, experta mundial en esta vitamina.
Bascuñana sostiene que “a raíz de la pandemia de covid-19 la sociedad descubrió el papel clave de esta vitamina en el sistema inmunitario, pero aún hay mucha desinformación”.
Podemos disfrutar de una vida más saludable gracias a la vitamina D, según la doctora María Hernández Bascuñana, cuyas investigaciones y prácticas clínicas le confirman continuamente la importancia de este compuesto, que entre otras funciones ayuda al cuerpo a absorber el calcio, uno de los principales elementos que constituyen los huesos y le dan fortaleza.
Consciente de la importancia de que la población conozca la importancia de esta vitamina para la salud y de los problemas que acarrea su carencia, esta docente en Inmunología Nutricional Clínica y Estilo de vida, impulsa un intenso trabajo divulgativo sobre la llamada “vitamina del sol”. Un nutriente cuya presencia resulta vital para prevenir una larga lista de dolencias y síntomas, según asegura.
“Si alguien quiere saber más sobre la vitamina D, le conviene seguir las informaciones de Bascuñana” (https://bascunana.net), recomienda la doctora Sari Arponen, destacada divulgadora del funcionamiento de nuestro sistema inmunológico (defensas orgánicas), en el cual la vitamina D juega un papel fundamental.
Uno de los exponentes de la labor divulgativa de H. Bascuñana es su libro “VitaminaDos”, donde ofrece una visión de conjunto sobre esta vitamina y su papel fundamental en el organismo.
El sol y sus aportes
La vitamina D es imprescindible para que el cuerpo pueda absorber calcio, el componente principal del hueso, y además regula numerosas funciones celulares, según la Clínica Mayo, en Rochester (Minnesota, EE. UU.)
Este nutriente, no solo contribuye a prevenir el debilitamiento óseo, sino que además es necesario para nuestros músculos, que activan el movimiento y para nuestros nervios. que la requieren para transmitir mensajes entre el cerebro y otras partes del cuerpo, apuntan los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses.
Añade el NIH que esta sustancia es conocida como “vitamina del sol”, porque nuestros cuerpo la produce naturalmente cuando la piel descubierta se expone a los rayos solares; y también es indispensable para que el sistema inmunitario pueda combatir las bacterias y los virus que lo atacan.
“Destapar nuestra piel, tomar el sol y cuidar nuestra alimentación, son medidas que nos ayudarán a sintetizar vitamina D. No es un tema menor: la mayor parte de la población mundial sufre deficiencia o insuficiencia de esta vitamina y esto empieza a considerarse un problema de salud pública”, advierte Hernández Bascuñana.
“La falta de vitamina D se ha relacionado con trastornos autoinmunes, infecciosos, alérgicos, cardiovasculares, neurológicos, óseos, inflamatorios, digestivos, cánceres, depresión, esquizofrenia, e incluso con el autismo”, recalca.
“Hemos llegado a normalizar el hecho de que existan fatiga generalizada, debilidad muscular, falta de agilidad mental y pérdida de memoria en adultos de mediana edad; así como dolor menstrual y síndrome premenstrual durante la vida fértil de la mujer y osteoporosis cuando se llega a la menopausia”, según Hernández Bascuñana.
También y a menudo “nos resignamos y aceptamos como irremediables la baja fertilidad en los varones jóvenes, el estreñimiento, los problemas de sueño, los dolores aquí o allá cada dos por tres, y los cánceres que aparecen en cualquier momento por sorpresa”, lamenta.
“La vitamina D participa en todos estos trastornos y enfermedades y en un sinfín de síntomas y situaciones que soportamos, esperando que los fármacos las hagan más llevaderas, o atribuyéndolas a un declive propio de la edad”, señala esta especialista.
Destaca que la característica o denominador común de todos estos desórdenes es la falta de dicha vitamina.
Consejos para estar vitaminados
Para aportar suficiente vitamina D a nuestro organismo y ayudar a prevenir los problemas de salud derivados de su carencia, la doctora recomienda:.
Realizar baños de sol
Bascuñana aconseja tomar el sol sin filtros “tipo cristales” o poniéndose protectores solares, entre 10 y 20 minutos diarios, en el caso de las personas de piel clara; y un poco más de tiempo si se tiene una piel oscura, procurando exponer el máximo posible de superficie corporal, a alrededor de las 11 de la mañana y de las 4 de la tarde, en verano.
“Una vez transcurrido esos minutos hay que proteger la piel del exceso de sol”, según esta especialista.
Añade que las personas con fotosensibilidad (piel muy sensible a la luz solar) deben evitar exponerse al sol y suplirán esa fuente natural de vitamina D tomando concentrados nutricionales.
“Durante el otoño y la primavera se debe aumentar el tiempo de exposición solar, efectuándola en torno a las horas más centrales del día”, puntualiza.
“En invierno tendríamos que tomar el sol una o dos horas en las horas centrales de los días soleados, algo que resulta poco práctico por nuestras obligaciones diarias y el clima frío”, según esta especialista.
Admite que, incluso consiguiéndolo, podríamos no fabricar la suficiente vitamina D “porque la radiación solar es débil para generar el estímulo suficiente, y la capacidad del cuerpo de sintetizar vitamina D, se reduce a medida que pasan los años”.
“No obstante, los baños de sol invernales ayudan a entrenar la tolerancia de la piel, y prepararla para el clima templado, reduciendo el riesgo de cánceres de piel como el melanoma”, de acuerdo a esta especialista.
Añade que una reciente revisión de estudios sobre el espectro de radiación solar y su acción sobre la vitamina D, concluye que la recomendación de que “sólo se necesitan unos pocos minutos de exposición al sol (y en pequeñas porciones de piel), que hoy se sigue replicando, podría ser errónea para gran parte de la población”.
Mantener niveles óptimos de magnesio
H. Bascuñana recomienda que el nivel de magnesio en nuestro organismo esté muy por encima del mínimo dentro del rango considerado como normal en una analítica sanguínea.
“El magnesio beneficia de distintas maneras la presencia, las funciones y la excreción de la vitamina D, en nuestro cuerpo”, asegura.
“Para conseguirlo debemos consumir a diario alimentos ricos en magnesio, como las nueces de Brasil, los anacardos, otros frutos secos, el cacao puro o los dátiles, así como alimentos variados no desnaturalizados por la industria alimentaria”. incide.
“También debemos evitar los “ladrones de magnesio”: aquellos alimentos que reducen los niveles de este mineral en el cuerpo”, agrega.
En esta lista figuran los refrescos, la carne procesada tipo fiambre, embutidos, salchichas y hamburguesas; los alimentos a los que se agrega fosfato como conservante; las conservas en contacto con aluminio; los alimentos cocinados con instrumentos de aluminio; las tisanas, infusiones o extractos de plantas de cultivos no ecológicos; y la cafeína.
“El estrés, el tabaco y la polución ambiental son otros enemigos de la vitamina D”, concluye la doctora Hernández Bascuñana.