FÁBULAS EN ALTA VOZ
Como la soñó
Entró al lugar como toda una reina. Como lo que es. Del brazo de sus padres se acercó a su amado para sellar su amor eterno con la bendición divida. No había duda, Aimée estaba viviendo en una ciudad fabulosa uno de esos días que acarician el ama y coquetean con lo irreal. Los ojos de Joel dejaban claro que no podía ser cierto que estuviera improvisando unos votos matrimoniales que le permitían pronunciar palabras que nunca imaginó tenía en su repertorio. La magia estaba allí. Pero no era esa que se entiende como ciencia oculta. Era la que derrama estrellas sobre un ambiente cargado de buenas vibras y la que a su paso solo deja felicidad.
En el tiempo de Dios Todo estaba fríamente calculado. En un orden tan perfecto que, hasta algunos de sus tíos, creían que era tardanza y que Aimée se merecía ‘una fábula’ acusadora por ello. Pero no era así. En esa ciudad fabulosa saben que el tiempo de Dios es perfecto y, en nombre de ello es que se actúa. A la hora indicada comenzó la ceremonia. Una vez iniciado el desfile y el acto de bendiciones, la alegría se hacía cómplice de las emociones, y las lágrimas eran el resultado de esa mezcla. Por suerte que allí, todo era maravilloso y eso impidió que el llanto echara a perder el maquillaje y el glamur derrochado en la gran noche de Aimée y Joel.
Fiesta y algarabía No se sabe si ella celebraba el haberse casado con su amado o el haber sido bendecida con una boda como la soñó y con el hombre que anheló. Tal como en un lugar fabuloso, no había forma de notar que la nueva pareja de esposos está ensamblando una familia con ellos y los hijos de ambos. La compenetración que hay entre los niños de Aimée y Joel es digna de admirar pese a lo pequeños que son. Una razón más para agradecer y celebrar con fiesta y algarabía por esta unión que todos queremos, sea eterna.
Nunca es tarde, cuando está Dios El matrimonio de estos dos siervos del Señor es la prueba más grande de que todo lo que se deja en las manos de Dios nos da motivos para glorificarlo. Esa noche de ensueño se lo confirmó a ellos y a quienes los apoyaron a vivir aquel momento. Quedó demostrado que para lograr la gracia del Todopoderoso, no hay que subirse sobre los zancos del protagonista de su ‘hora loca’, tampoco llamar la atención como la bailarina, o sentarse en la mesa con la familia para degustar un buen banquete. Basta con tener fe en Él, dejarse llevar por sus designios y nunca perder la humildad. Esa fue la clave para que esta pareja tuviera una boda como la soñó.